11. Puntos de vista

2.5K 298 130
                                    


Como Candy y Lex terminaron la clase un poco antes de lo usual, decidieron quedarse merodeando por el patio verdoso del colegio durante un rato. 

—¿Y qué piensas de todo lo que explicó Paula?

Candy miró hacia al cielo, meditándolo.

—A ver, es complicado hablar de según qué cosas sin haber estado antes en los zapatos de la otra persona —opinó—. Cada cosa que dijo la sacó de su propia experiencia, así que puedo empatizar pero hasta un cierto límite. Aun así, debo reconocer que los aspectos negativos que mencionó acerca de su educación existen tal cual los describió. No obstante, aquí también te encuentras con ciertas peculiaridades.

Lex entrecerró los ojos.

—¿Cómo cuáles?

—Pues, ahora no tengo nada específico en mente —señaló la cobriza—. Podría enumerarte una serie de cosas pero...  prefiero limitarme a mencionar que en todas partes te encuentras con aspectos que te gustan más que otros, así que que yo voto por decir que en cada sistema educativo existen tanto puntos a favor como en contra, no solo un tipo de ellos.

Lex, que estaba tratando de mantener el equilibrio en el caminito de piedras que rodeaba la zona de las plantas, ladeó la cabeza.

—Suena como lo más cercano a la verdad.

—Sí, tal vez —reconoció ella en un murmullo—. Pero una característica común entre ambos y muchos más es que, para aquellos que necesitamos sacar la nota más alta, se nos hace prácticamente imposible conseguir nuestra meta porque no podemos darnos el lujo de cometer errores. ¿Y cómo vas a saberte absolutamente cada detalle de lo que puede salir? Dejando las diferencias a un lado, la manera de puntuar es prácticamente incompatible con las capacidades de cualquier persona.

—Concuerdo contigo.

—Además, tanto el IB como bachillerato exigen aprender mucho temario en muy poco tiempo —puntualizó Candy.

—Y si quieres tiempo libre, necesitas organizarte muy bien.

—O no lograrás obtener eso ni tampoco buenas notas, es cierto —prosiguió ella, haciendo una pequeña pausa—. Aunque, si te soy sincera, no comprendo a las personas que pueden pasarse horas estudiando sin distraerse. Yo necesito ayuda para poder estar atenta.

—¿Ayuda?

Él bajó de donde estaba y siguió andando a su lado, antes de que la cobriza continuase hablando. 

—De profesores particulares, todas las tardes entre semana y de cada una de las asignaturas que me tocan —explicó—. Si no la tuviera... dudo que pudiese mantener un horario fijo por mi cuenta. Creo que si alguien es capaz de mantenerse así y hacerlo bien, es por falta de imaginación, ingenio, energía o algo. He tratado de utilizar varios métodos, pero no suelo tener el rigor suficiente para mantenerlos durante mucho rato. Mi cabeza se agobia muy rápido y ya voy al límite solo pensar en la gran cantidad de trabajo pendiente. —Se le escapó una risa ahogada mientras hablaba—. Primero te exigen que sepas concentrarte por horas, ¿Y luego se quejan de que haya tan pocas personas creativas en el mundo?

—Puede que estés en lo cierto.

Candy frunció el ceño, sin entender.

—Según tu planteamiento, lo único que deduzco es que no soy nada creativo.

Y ella se alarmó de inmediato.

—No, no —se apresuró a aclarárselo—; esa no era mi intención, yo...

Perfectamente equivocadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora