—Candy, escucha... yo...
Pero ella reaccionó por impulso e impactó su mano duramente contra su mejilla, con tanta fuerza que hasta se le quedó impregnado el picor en la palma.
—Eres un maldito mentiroso.
Y teniendo el tumulto de emociones circulando por su cabeza, ocasionado en gran parte por el trato que recibió de Lex los días previos y por lo que acababa de saber, se levantó y se fue corriendo hacia el interior a la casa.
Tal vez había ocasionado un espectáculo, arruinado un cumpleaños... pero no podía razonar bien sus acciones en aquel momento. Simplemente, se sentía mareada de los consecutivos golpes emocionales y necesitaba un lugar donde recuperarse. Sí, sería lo mejor. Entró al salón, y una vez allí se dirigió hacia el pasillo que llevaba al baño de invitados.
Una vez ahí dentro, se miró al espejo y explotó en llanto, sintiéndose doblemente ridícula. Uno por hacerlo y, dos, por encima verlo. Se dejó caer detrás de la puerta, mientras sus lágrimas y recuerdos la inundaban.
—Pero yo no tenía claro lo que sentía hasta que tú decidiste dar el primer paso —le confesó ella —. No sé, por un momento pensé que nos quedaríamos así por mucho tiempo si no fuese por el acoso... ¿Tú tienes, bueno, vivencias previas con las que comparar?
Lex suspiró.
—En muchas ocasiones he visto a amigos míos tener rollos con chicas con las que se besaban y tonteaban cada tanto sin oficializar las cosas. Reconozco que yo también me he sentido atraído más de una vez por alguien con quien coqueteé y tal, pero no llegué a definirlo como noviazgo porque nunca sucedió algo más.
—¿Porque no se dio la situación o...?
—Porque ni lo sentí ni quise, así de claro —afirmó—. Aunque ahora doy gracias por ello, porque con esas chicas nunca hubiese tenido la misma simpatía que comparto contigo.
Sumado a ello, en su mente se le apareció la escena del día en la cafetería durante su primera sesión de fotos.
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Perfectamente equivocados
RomanceAtraídos como imanes, Candy y Lex se unirán para continuar siendo los mejores estudiantes del colegio sin renunciar a la libertad que el último año de bachillerato amenaza con arrebatarles. Ambos conocen parte de la crudeza que conlleva la perfecc...