56. ¿Vendrás?

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Después del acabar el segundo examen, todos los integrantes del pequeño grupo de amigos fueron a darse un merecido descanso a una cafetería cercana al colegio. Una menuda, antigua y familiar en la que, por más que quisieran, no podían quedarse más de una hora. Debían recordar que estaban en medio del simulacro del examen que definiría su futuro en mayo y... ponerse a pensar en ese significado los volvía locos a todos.

—¡Celebraremos un poco más cuando esto acabe, eh! —prometió Dave con mucho énfasis mientras le daba a Lex una fuerte palmada en la espalda—. Pero fíjate en lo bueno; un cumpleaños doble como yo, tío. ¡Si es que tienes más suerte...!

Lo dijo con una mezcla de orgullo y entusiasmo tan propia de él que Lex no hizo sino carcajearse de sus palabras.

—Gracias por ser mi ejemplo a seguir, Dave.

Su amigo chasqueó la lengua y le guiñó el ojo mientras se apartaba para concederle un poco de espacio. Lex aprovechó ese momento para atraer a Candy de la cintura hacia él, recibiendo a cambio una pequeña sonrisa por parte de la cobriza.

A pesar de haber estado todos reunidos, la mayor parte de su atención se la dedicó a ella. La colmó de miradas, sonrisas, cariños... y lo mejor de todo es que fue recíproco.

—¿Nos vemos a las ocho?

Ella asintió levemente y él se acercó a darle un suave beso en los labios, pero tan solo al hacer contacto, ambos oyeron la bocina del coche de Richard Harton. Candy carraspeó y, de pronto... la magia se desvaneció.

—Hasta después —murmuró ella sobre su boca.

—Sí...

Ella se separó y le dedicó un suave aleteo de mano antes de alejarse. Lex por su parte siguió pendiente de su caminata hasta verla meterse en el coche e irse perdiendo en el paisaje de forma paulatina.

Parte del breve tiempo del que Lex disponía durante ese día fue destinado a tratar de eliminar todo el vello de ciertas zonas de su cuerpo en el baño

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Parte del breve tiempo del que Lex disponía durante ese día fue destinado a tratar de eliminar todo el vello de ciertas zonas de su cuerpo en el baño. Hizo lo que pudo, tomándose pequeños descansos, y luego se puso a preparar lo que debía llevar al hotel en un neceser de gimnasio.

No tenía otro compartimento en el que llevar las cosas que había comprado para esa noche. ¿O qué?¿ Le pedía prestado un bolso a Celest o a sus hermanas? Se rio de tan solo pensarlo. Llegó al hotel una hora antes de lo acordado con Candy para acabar de ultimar los detalles y, una vez la habitación estuvo lista y las cosas donde debían de estar, Lex bajó y se quedó esperando a su chica con diez minutos de antelación a lo que acordaron, justo al lado de la puerta giratoria principal.

...Pero acabó teniendo que aguardar allí mucho más tiempo del que creía.

Entre pequeños vistazos al móvil, Lex fue observando cómo los minutos fueron pasando... y ella seguía sin aparecer.

Perfectamente equivocadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora