Candy observó con un profundo y analítico interés la erección de Lex.
Alcanzaba a estar un poco más levantada que del todo horizontal y se veía un poco curvada hacia la izquierda. Pero si algo tenía la anatomía masculina... era una forma altamente cambiante.
—¿Es siempre así? ¿O se alza más?
Lex tragó, mirando abajo.
—Pues creo que esto es lo que suele alcanzar. Aunque también depende de cuan excitado esté...
Candy asintió.
—Pensaba que llegaba a chocar el pubis y tal...
—Cuando me tumbo de espaldas, sí —le aclaró.
—Oh, vale.
Lex se rascó la cabeza y soltó un pequeño mohín. Por la expresión que tenía, Candy tuvo miedo de que hubiese interpretado sus preguntas como señal de que estaba decepcionada.
—¿Lex?
—¿Qué? —preguntó con la barbilla todavía inclinada.
Disimulando una pequeña sonrisa, acortó los centímetros que los separaban y le dio un pequeño beso.
—¿Sabes que tienes un tamaño estupendo, no? —Él la miró con cara de póker—. En serio, mira que me estaba asustando cuando busqué la media griega y británica en internet...
Y la vergüenza dejó paso a estruendosa carcajada.
—Pues me alegra que estés conforme.
—Si en sí ya se ve grande, tonto —refunfuñó ella echándole otro vistazo—. Además, también tiene una bonita forma...
—Ya, ya me ha quedado claro, gracias —la interrumpió poniéndose incómodo—. No es que lo vea como algo de lo que preocuparme, es verdad, solo que... por un momento pensé que tú tendrías expectativas...
Ella alzó las cejas y él negó.
—Perdón.
—No pasa nada.
Y entonces fue el turno de Lex para sonreír.
—Te estás poniendo roja —señaló divertido, ante lo que ella apartó la vista.
—Habló el señor tomate...
Pero al chico le fascinó aquella reacción, porque casi siempre le pasaba a él en lugar de a ella. Y le quedaba tan bien ese rosa indefinido en sus mejillas...
—Lex...
—¿Sí?
—Y tú... ehm... —Tomó una gran bocanada de aire, repasando los bordes de su falda—. ¿También quieres que me quite lo de abajo?
Lex volvió a parpadear otra vez, sintiendo que la sangre restante de su cuerpo se acumulaba instantáneamente en un punto fijo.
—Bu-bueno, creo que es mejor que lo hicieras —acabó por concordar él con el volumen de voz más bajo posible—. Es que si no, no sé dónde está qué...
—Tranquilo. —Candy lo entendía y agradecía su confesión—. Más bien, ¿me las quieres quitar tú o...?
—¡¿Yo?! —exclamó sorprendido, aunque aquello fue más similar a un grito.
—Sí... —dijo insegura—. Sino ya me...
—No, no —se apresuró a responderle—. Lo hago yo.
—Vale... —Ella lo miró por encima de sus pestañas y luego se echó en la cama, quedando tendida al lado de él. Tragó con fuerza, y Lex vio que desde esa perspectiva a Candy se le quitó la valentía.
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Perfectamente equivocados
RomanceAtraídos como imanes, Candy y Lex se unirán para continuar siendo los mejores estudiantes del colegio sin renunciar a la libertad que el último año de bachillerato amenaza con arrebatarles. Ambos conocen parte de la crudeza que conlleva la perfecc...