No fue hasta última hora del día siguiente que Candy y Lex volvieron a verse las caras, gracias a haber coincidido en una asignatura otra vez. A pesar de que al comienzo parecía que iban a tener un horario prácticamente igual, al final resultó ser todo lo contrario.
—Tienes mejor aspecto —comentó él de forma amable cuando la tuvo al lado.
—Eso creo.
Y Candy, por su parte, aún no podía creerse el cambio de actitud entre ellos. Él sonrió.
—Te lo iba a decir en literatura, pero como solo entregamos el trabajo conforme nos fueron llamando y luego hicimos clase normal... pues no pude.
La cobriza asintió.
—No pasa nada.
Pero para el momento que ella respondió, él ya estaba en proceso de arrancar una hoja de su libreta, para luego convertirla en una bola entre sus manos y lanzársela a una chica que recién estaba entrando al aula. Al chocar contra su brazo, la muchacha buscó enrabiada al responsable y cuando lo descubrió... se limitó a negar con la cabeza.
—Debías cobrártela, ¿verdad?
—Tú me diste un pelotazo de los buenos, agradece que no te haya hecho tanto daño —le reprochó Lex—. Pero sí, tenía que hacerlo.
La pelinegra fue en dirección hacia ellos, agitando su larga melena en el camino. Y cuando llegó a sentarse lo suficientemente cerca, los examinó a ambos con sus ojos café.
—¿Tú eres Candy?
—Sí.
—Encantada. —Se levantó levemente para darle dos besos en la mejilla—. Yo soy Paula.
Candy se quedó pensativa.
—¿Eres española?
—¿Cómo lo sabes? —preguntó la pelinegra con sorpresa.
—Estuve ahí durante una temporada. Al parecer identifico el acento.
—Ah, qué curioso —comentó Paula con una risita—. Yo hace tres años que estudio aquí y tengo más fluidez pero... sí, nunca sonaré como una nativa, lo sé.
Candy hizo una leve mueca.
—¿Y tú cómo sabías mi nombre?
—Mr. Grumpy me lo dijo por whats —confesó Paula—. Eso y que también debía tener hecha mi parte para hoy. —Metió la mano en su mochila y sacó un folder—. Aquí tenéis, por cierto.
—¿Mr. Grumpy?
Ella hizo una mueca culpable mientras Lex bufaba a su lado.
—Todo viene de cuarto de secundaria, cuando él jugaba a fútbol y yo era animadora —empezó Paula, a lo que Lex gruñó.
—Otra vez con la misma historia...
—Calla —lo silenció divertida, volviendo a fijar su atención en Candy—. Como durante los partidos debía verlo jugar todo el tiempo, me fijé en que siempre que iba por la pelota corriendo ponía una cara digna de un meme. ¿Sabes el de la sonrisa invertida que parece un payaso triste? Pues la hacía clavada y desde entonces lo llamo así.
—Solo te lo tolero porque me caes bien —murmuró el afectado entre dientes.
—Sí, claro...
En lo que él le daba un codazo, ella volvía a devolvérsela y seguían hablando de sus cosas, Candy cogió el folder y empezó a hojearlo.
—He puesto mi mayor empeño en hacerlo bien, lo prometo —aseguró Paula un poco nerviosa—. Sé lo que a Lex le importa un trabajo bien hecho y me ha dicho que tú también eres así.
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Perfectamente equivocados
RomansaAtraídos como imanes, Candy y Lex se unirán para continuar siendo los mejores estudiantes del colegio sin renunciar a la libertad que el último año de bachillerato amenaza con arrebatarles. Ambos conocen parte de la crudeza que conlleva la perfecc...