14. Apostando por ello

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Candy estaba en medio de su clase de Business and Management, cuando entraron dos chicas casi de su edad al aula.

—Perdón por la interrupción —dijo la más bajita y próxima a la salida—. Solo venimos a preguntar si a alguien de aquí le interesaría hacer de monitor voluntario en las convivencias de los niños de primaria, que sería la semana que viene.

—¿Y por qué tan de repente?

—Un fallo de personal —contestó con una mueca.

En la clase empezó a gestarse un bullicio inteligible de voces conjuntas, pero en lo general se veían muecas y malas caras.

—Es que para todo un fin de semana... es chungo —se atrevió a decir uno.

—Pero si decides entrar, piensa que esto te va a contar como un plus para los UCAS —lo incitó la otra chica—. Y los profes han dicho que también os pueden dar un punto extra de la actividad de CAS de primero por participar.

Nadie, a pesar de lo mencionado, parecía atraído por la idea. En ese entonces, a Candy le vino a la memoria el vacío que su madre iba a dejar en su agenda durante las Navidades y, dado a que aquellas horas libres de las que disponía no le iban a causar más que dolor, decidió levantar la mano.

A lo mejor el universo le estaba abriendo una puerta después de cerrarle otra y ese evento fuese la señal. Además de que el hecho de rodearse de un entorno menos hipócrita y más cariñoso del que estaba acostumbrada, ya le haría bien de por sí.

—De acuerdo. —La más alta de ellas se acercó animadísima—. Aquí te dejamos el folleto y, para toda la información del programa, debes ir al despacho de la coordinadora de primaria durante el patio; que es donde se te explicará todo con más detalle.

—Está bien.

La chica le sonrió y volvió con su compañera al centro del aula.

—Gracias a todos por vuestra colaboración.

Y luego de que se marcharan, Candy quedó satisfecha por haber aprovechado la ocasión.

Los días fueron pasando con rapidez, y ella se valió de sus pequeños ratos libres para ir empacando la mochila que llevaría al campamento. Otro punto positivo de la salida era que justo iba caer en un puente festivo así que, por tanto, no perdería clase.

Y en un abrir y cerrar de ojos, la tan esperada mañana llegó con todo el mundo reunido entorno a la entrada del colegio; padres, niños, profesores y... bueno, los estudiantes añadidos. Juntos, formaban un colectivo casi indistinguible por haberse concentrado en un punto concreto. Aún así, en medio del presente alboroto Candy se fijó en que había muchos chicos de su edad que venían de A-Levels; así que no iban a ser tan pocos como pensaba.

Lo malo vino a la hora de subir al autocar, en el que casi todos los asientos ya estaban ocupados.

Candy fue avanzando las filas poco a poco, echando ojeadas sin parar, hasta que por fin dio con uno libre.

No obstante, su emoción repentina desapareció al fijarse en quien estaba a su lado.

—¿Qué haces tú aquí?

Él se sacó uno de sus auriculares mientras bufaba.

—Supongo que, como tú, vine de voluntario.

—Pero nadie quiso... —Entonces recordó que cuando las chicas fueron a preguntar, ambos estaban en clases diferentes—. ¿Es en serio? ¿Por qué?

—Tú tienes tus motivos, yo tengo los míos. Ahora, ¿quieres realmente hablar de ello o mejor ignoramos la presencia del otro en lo que dura la salida? —la interrogó con una ceja alzada.

Perfectamente equivocadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora