69. Buscando respuestas

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—¿Lo estás pasando mal, no?

Sandie ladeó la cabeza.

—A ver, es algo que afecta a mi familia y a mi medio hermano —confesó—. Pero las verdades salen tarde o temprano, ¿no? Y era justo que se supiese que él es muy buen estudiante y todo, gracias a que la buena voluntad de mi padre consiguió darle la oportunidad de estar donde está ahora.

Distintos pares de ojos la instigaban y bocas cuchicheaban a su alrededor en el patio. Y lo cierto es que en lugar de intimidarla, la fortalecían.

—Tanto drama me huele a payasa.

Cuando se giró hacia la voz a sus espaldas, se encontró con una de las pesadas de turno en la clase con la que peor se llevaba. Podría llamarla su enemiga, pero Sandie la veía bastante poca cosa como para darle un rol así.

—Martha...

—¿Y a nosotros quien nos confirma que Celest es tu madre, eh? —cuestionó la niña de cabellos rizados hasta el cuello.

—Por favor. —La rubia se carcajeó—. ¡Tienes que estar ciega incluso con las gafas que llevas para no ver cuánto me parezco a ella! Además, tenemos miles de fotos y vídeos sobre su embarazo y mi nacimiento junto al de mi hermana. Esparce los rumores que quieras que yo los borraré.

La tal Martha alzó las cejas.

—Si tan segura estás, no necesitarías pruebas.

La rubia le enervó escuchar las risas y ecos después de soltar esa frase.

—Di lo que quieras. —Y cuando Sandie se giró para ignorarla, la niña morenita a su izquierda se acercó un poco más a ella.

—¿Te importaría si el caso de tu hermano sale en televisión?

—Supongo que no —murmuró en respuesta—. Tal vez ni siquiera podré evitarlo...

—Sandie.

Nora se plantó delante del círculo alrededor de su hermana, la cual entendió de inmediato que quería hablar.

—Ahora vuelvo. —Se levantó y caminó de puntillas entre las piernas de las otras chicas hasta llegar a su hermana, apartada un poco del resto—. ¿Qué ocurre?

Ella se limitó a mantener una expresión seria.

—Esta vez se te ha pasado la mano mil pueblos.

Sandie alzó las cejas.

—¿Me estás acusando de tener la culpa de algo?

—¡Compartimos útero durante ocho meses! —exclamó la pelinegra—. Te conozco más que a mí misma.

—No voy a negarte que Lex no es mi persona favorita en el mundo, pero... —Sandie se encogió de hombros—. Si crees que he sido yo, lamento decirte que perderás tu tiempo buscando pistas que me impliquen.

Se acercó para darle un beso en la mejilla y regresó a su círculo en el banco donde le daba más el sol, a contestar más preguntas sin que Nora le quitara la mirada desolada de encima.

Se acercó para darle un beso en la mejilla y regresó a su círculo en el banco donde le daba más el sol, a contestar más preguntas sin que Nora le quitara la mirada desolada de encima

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Perfectamente equivocadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora