73. Inspecciones incómodas

280 47 135
                                    



Nathan sabía que para que la situación con Candy fuese la que le habían contado, tenía que haber un motivo justificado. Y una vez cruzó la puerta del aula que buscaba, se encontró a un Richard insistiendo algo a su hija ante lo cual, ella no hacía otra cosa que negar con la cabeza.

—Candy.

Por la manera en que relajó los hombros, estaba aliviada de verlo.

—Nathan... —Enseguida su semblante decayó en picado—. Conste que antes yo dije que era la novia de tu hijo, no... lo otro.

Parecía tan avergonzada que tuvo Nathan tuvo que surprimir una risa.

—Está bien, tranquila —le dijo con ganas de animarla—. Tampoco me molesta la idea de que sea así.

La cobriza experimentó un agradable cosquilleo en el estómago en lo que Nathan se dirigía hacia Richard y al agente.

—¿Qué ha pasado?

—Se niega a que registremos su móvil.

Y ante aquella respuesta por parte del agente, Nathan comprendió un poco el panorama.

El colegio no tenía la potestad de confiscar los móviles y revisarlos, pero la policía sí, y había poco que hacer ante ello.

—He dicho que puedo enseñarle la galería si quiere —ofreció Candy—, pero no empezar a leer y revisar lo que se le dé la gana.

—Este es un interrogatorio realizado en base a un delito grave, criatura. —El policía se alzó con los brazos en la mesa—. No le estoy pidiendo permiso, le estoy pidiendo que me lo dé o aténgase a las consecuencias de no acatar la ley.

—Son mis conversaciones privadas —se quejó ella—, datos personales míos y de terceros que se comparten en confianza.

—Candice, es necesario.

Richard trató de posar una mano sobre su hombro, pero ella la quitó.

—Lex es mi novio y una víctima de este escándalo. ¿Cree que yo estaría interesada en tener ese vídeo conmigo? ¿O hacerle daño compartiéndolo?

El agente mantuvo una expresión intacta.

—Te recuerdo que su hermana fue la que se encargó de difundirlo.

—¡Y yo no tengo por qué ser como ella! —exclamó.

El ante posó las manos sobre la mesa.

—Si tan segura estás de todo lo que dices, ¿qué tanto te asusta que encuentre? ¿Una infidelidad, quizá? —se mofó—. No somos un programa de cotilleo que te va a dar una golosina o quitártela por eso, no nos importa.

La cobriza se contuvo para no mirarlo con desdén, aunque le resultó difícil. Por su parte, a Nathan se le fueron ocurriendo ideas por su actitud.

—Candy... —intervino con cuidado—. ¿Hay... algún tipo de contenido compartido entre tú y Lex como fotografías comprometedoras o...?

—¡Eh, eh! —Richard se levantó de un salto, ofendido y morado de la rabia—. ¡Más respeto, que se trata de mi hija!

—Richard, deja que conteste —le pidió—. Piensa que a su edad...

—¡Mi hija no es así!

La cobriza por su lado se dedicó a jugar con la "C" de su collar.

Si supiera...

—¿Candy? —insistió Nathan.

Ella tragó con fuerza.

—No, no hacemos eso en particular —se sinceró—. Pero las conservaciones son privadas. Algunas de las que tengo contienen confidencias privadas que solo se cuentan en confianza y... no quiero que se metan terceros.

Perfectamente equivocadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora