78. Porvenir incierto

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Candy tragó con fuerza ante la expresión de incertidumbre de la doctora.

—¿Es... grave? —cuestionó con duda—. Digo, mi madre ya me contó acerca de antecedentes familiares que murieron por culpa de alguna enfermedad relacionada con el aparato digestivo, además de la que ya me temía...

—Candice, en ese aspecto estás perfectamente sana —le interrumpió la doctora a la vez que soltaba el papel en el escritorio—. Los exámenes vuelven a indicar que todo está funcionando con normalidad en tu cuerpo.

Y eso acabó por consternarla.

—¿Entonces?

—Yo hablo acerca del análisis hormonal que te hicieron para detectar algún problema de esa parte —aclaró ella—. Y es ahí donde se reflejan niveles más altos de lo normal en la Beta hCG... también conocida como hormona del embarazo.

La cobriza se quedó estática.

—Y eso quiere indicar...

—Que estás en estado, Candy —concluyó con una expresión neutra, tal vez demasiado para decírselo a alguien a quien se le estaba cayendo el mundo encima.

—¿Qué? —respondió sin salir del trance—. Lo siento, eso... eso no puede ser verdad.

—¿Tienes una vida sexual activa?

—¡Sí, pero me cuido todos los días! —Negó con la cabeza—. Mire, entiendo que su diagnóstico suene lógico, ¿vale? pero yo me tomo la píldora cada 24 horas exactas. Soy extremadamente puntual, incluso me atrevería a jurar que lo soy más que el 99% de mujeres que la usan. —Presionó las palmas en sus muslos para detener el temblor en sus piernas—. Hasta ahora ha funcionado y no he hecho ni cambiado nada para que deje de hacerlo.

—Ningún método anticonceptivo es 100% efectivo —replicó la doctora, con el clásico tono cansino de los que están acostumbrados a repetir lo mismo cien veces—. Cuando das positivo en un análisis de sangre es casi imposible que el resultado sea erróneo.

Y fue ahí donde Candy halló una salida.

—¿Pero ese "casi" significa que los niveles de esa hormona también pueden alterarse por otras causas, no? —cuestionó con una súbita confianza—. Aunque sea en una probabilidad mínima, puede tratarse de algo diferente a un embarazo.

El pequeño atisbo de duda en la doctora fue suficiente para que la cobriza recobrara las esperanzas.

—No hay nada en tus análisis que indique que se trate de algo más —señaló la profesional—, pero para quedarte más tranquila, puedes ir a hacerte un test rápido de sangre y vuelves. Si estás embarazada, los niveles de la hormona Beta hCG tendrían que haber subido entre estos tres días desde que te hicieron los análisis.

Y Candy sabía que no iba a ser así.

—¿Y cuánto tendría que esperar para saber el resultado? —preguntó ilusionada.

—Diría que en dos horas te los podrían dar.

—¿No hace falta que sea en ayunas, verdad?

La doctora negó.

—Para una prueba de embarazo por sangre no es necesario.

—¡Gracias!

Y Candy se levantó de la silla casi corriendo al lugar del hospital que le indicaron.

Luego de eso le informaron que en alrededor de dos horas su ginecóloga la atendería, aunque para el momento que la avisaron, ella prácticamente ya estaba cabeceando en la silla.

Perfectamente equivocadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora