37. Fiestas novedosas II

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Lex se decantó por abrir el regalo más grande primero, y con apenas un pequeño trozo rasgado del papel ya pudo sacar fácilmente una prenda de ropa negra que resguardaba. La extendió y dejó al descubierto una sudadera con el dibujo de Star Wars al centro de esta.

—Vi los muñequitos de tu estantería, supongo que te iba a gustar —se apresuró a aclarar Candy, como si necesitara justificarle de algún modo su elección.

Sin embargo, la cara que puso él descartaba cualquier necesidad de hacerlo.

—¿Bromeas? —exclamó boquiabierto—. ¡Esto es una reliquia!

Ella rio mientras él siguió desenvolviendo el papel con ganas. De allí acabó de sacar un libro de anatomía, cosa que Candy sabía que le gustaba, y por último se encargó de deshacerse de la envoltura del pequeño cuadrado con una sonrisa de cortesía; sin esperarse que descubrir su contenido lo dejaría mudo y con los ojos brillosos.

—¿Es lo que creo que es? —preguntó con dificultad.

—En color blanco —confirmó ella—, justo como querías.

Y Lex la besó, con cuidado de no aplastar la cajita con el iWatch.

—¡Te has pasado! —gritó emocionado—. ¡Te has pasado!

—Concuerdo con ello —indicó Nathan, viendo a su hijo feliz de la vida con ese regalo.

Ella negó con la cabeza.

—Nah, era lo justo.

Richard se regocijó complacido de que le hubiera gustado el detalle. No fue nada barato, y Candy lo había pagado ella sola con sus ahorros acumulados.

Por último, les tocó el turno a los adultos de intercambiarse los presentes. Se habían regalado colonias y accesorios como la corbata que Richard recibió encantado de parte de Celest y Nathan; o el maletín que este último recibió por parte del padre de Candy. La entrega de regalos abrió una posterior conversación animada entre ellos que transcurrió hasta el momento en que Richard recibió una llamada y tuvo que apartarse para contestarla.

Lex percibió como Candy se tensaba a su lado, mientras que por su parte Celest alentaba a Nathan a llamar a sus padres y se alejaban un poco de su sitio.

—¿Estás bien?

Ella pestañeó, volviendo en sí.

—Sí, solo... me vendría bien tomar el aire.

—Te acompaño, vamos.

Él la ayudó a levantarse y avisó con un tono de voz elevado a Nathan y a Celest.

—Ahora regresamos. —Su padre le dio una señal de aprobación antes de seguir con lo suyo.

Y en ese momento, una pequeña risa resonó al lado de la pareja.

—¿Acaso vas a acompañarla al baño Lex? Porque creo que ella ya sabe muy bien dónde queda.

—Sandie...

—¿Qué? ¿Quieres que lo grite más alto para que se entere todo el mundo para que se entere hasta el Señor Harton? Tal vez a él no le haga tanta gracia.

Cassandra se sentía con todas las de ganar, y de repente Nora le golpeó el brazo con el móvil.

—Gabriel está conectado en el chat del grupo.

Ella cambió su expresión a una de sorpresa e interés al instante. Miró a los chicos con una cara de fastidio y suspiró antes levantarse e ir en busca de su tablet.

Perfectamente equivocadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora