Candy mantenía los ojos cerrados y la boca entreabierta mientras su cuerpo se agitaba a un ritmo cada vez más acelerado.
Lex, arrodillado en el filo de la cama, tenía la cara enterrada en su sexo y sujetaba una de sus piernas por el muslo, apartándola a un lado a la vez que realizaba suaves caricias en el punto que, según se había informado, con cierta estimulación extra podía resultar deliciosamente placentero. Era justo lo que trataba de comprobar.
Ella aprovechó la mano con la que acariciaba las hebras de su cabeza para acercarlo más, gesto ante el cual Lex chupó con mayor ímpetu, a la vez que su otra mano se movía con una creciente rapidez sobre su erección.
—Lex...
Él la miró desde su sitio y Candy volvió la cabeza hacia arriba y cerró los ojos. Esa era su señal. Pasó la lengua rápidamente por toda la zona y acabó centrándose en dar ligeros golpes a su clítoris con la punta. Entonces la cobriza explotó en su boca sacudiendo las caderas de una manera violenta, seguido de un ligero jadeo.
Lex dejó de sujetar su pierna buscó a tientas las toallitas húmedas a su lado segundos después antes de que le tocara su turno. Dejó escapar una fuerte bocanada de aire y se nubló por el placer durante un momento, respirando con la mejilla pegada al muslo de Candy. Luego volvió a apartar su pierna con una mano y siguió estimulándola de forma más suave a los lados de la zona sur de su sexo. Se entretuvo allí unos segundos antes de volver arriba, besar el capuchón de su clítoris y succionarlo entre sus labios hasta brindarle un segundo y buen orgasmo. Lex persistió en su sitio durante un breve tiempo, y cuando las manos de Candy soltaron el fuerte agarre de su cabeza y de la manta, tomó la iniciativa de moverse.
—¿Mejor?
Ella se reincorporó con suavidad y volvió a encajar sus pies, cubiertos con las medias verdes hasta las rodillas, en los mocasines negros mientras se tapaba un tanto con la falda. Sin embargo, continuó con las piernas abiertas hasta que Lex le pasó el paquete de toallitas húmedas con una de sus manos. Era un material mucho más eficiente y práctico para esos casos.
—Es una nueva manera de lidiar con el estrés —señaló Candy con gracia, sin dejar de observar cómo él volvía a arreglarse los pantalones y quedaba listo para ir a clase—. Vete a lavar la boca, anda.
—¿Otra vez? —Lex bufó al mismo tiempo que ella rio.
Y es que ambos seguían usando el enjuague bucal antes de esas actividades, pero...
—Estás lleno de mis... ehm, bueno. —Candy señaló con el dedo las zonas alrededor de la boca y barbilla donde veía rastros mojados.
—¿Y qué?
Ella lo golpeó en broma.
—Tonto...
Y entre un par de risas y momentos así, Candy se acabó de limpiar y poner las bragas antes de ir a asearse al baño con él.
—¿Lo has disfrutado? —preguntó él, secándose la boca con el brazo delante del espejo.
Ambos soltaron otra de sus carcajadas repentinas, provocadas por el hecho de observar físicamente la imagen del otro al revés.
—Mucho, y lo sabes bien —remarcó Candy, ante lo que Lex asintió.
—Ha valido la pena levantarse a las seis en punto, entonces.
Ella sonrió frente al espejo.
—En efecto.
Lex se inclinó y le besó la frente mientras sus brazos la envolvían de manera cariñosa.
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Perfectamente equivocados
RomanceAtraídos como imanes, Candy y Lex se unirán para continuar siendo los mejores estudiantes del colegio sin renunciar a la libertad que el último año de bachillerato amenaza con arrebatarles. Ambos conocen parte de la crudeza que conlleva la perfecc...