"Por esas personas que te encuentras en el lugar y en el momento que menos te lo esperas y acaban convirtiéndose en una pieza, si no clave, al menos especial en tu vida."
En cuanto se aproximaron al local, Candy percibió el horrendo tufo a tabaco y arrugó la nariz.
—No me habías avisado de que iba a oler así —se quejó, agitando rápidamente la mano para hacer desaparecer la peste que desprendían los cigarrillos cercanos a ellos.
—Solo es por fuera, porque dentro no se puede fumar.
Ella se empezó a sentir frustrada cuando caminó unos cuantos pasos más y seguía ingiriendo el mismo olor.
—¡No entiendo a la gente con ese vicio! Empiezan a engancharse, sabiendo que no resulta nada beneficioso para su salud, y acaban tratando de matar a otros con su estupidez a través de la contaminación que propagan.
—¡Ya! —Lex miró a sus lados—. Deja de criticar a las personas que tienes a tu alrededor.
—Que me escuchen, si al final les estoy haciendo de todo menos daño al echárselo en cara. —Y a diferencia de él, no se molestó en decirlo en susurros.
Candy se paró justo detrás de la cola, pero Lex la cogió de la mano y pasó de largo por el lado de la fila. Llegaron a la entrada, donde los chicos que aparentaban entorno a los dieciséis para abajo comenzaban a marcharse.
—Me dijiste que no se podía venir pronto —le reprochó mirando a los púberes y jóvenes adolescentes salir en manada.
—A no ser que te quieras juntar con pequeñajos...
—¿Y qué se supone que eres tú? —se mofó ella—. ¿Un viejo verde?
—¿Quieres entretener al resto con nuestros dramas o qué?
Ella calló y miró de reojo a las demás personas con disimulo.
Y cuando se pusieron delante de uno de los guardianes de la puerta, Candy observó como Lex sacó dos tarjetas de identificación del bolsillo interior de su chaqueta seguido de dos papelitos.
—Venimos para el VIP.
Su semblante palideció.
El matón observó las identificaciones y las entradas, luego a ellos y con un asentimiento les devolvió las tarjetas más los papeles rotos en un lateral. Señaló a una chica que estaba al borde de la puerta abierta y ella les puso unas pulseras de papel en sus muñecas con un sello en la mano. Acto seguido, abrió la cuerda para dejarlos entrar.
Candy se aferró a Lex con fuerza.
—¿Qué es lo que has mostrado ahí fuera?
—Aunque no hayas venido a un nightclub, deberías saberlo.
A ella no le pudo crispar más ese tono tan burlón.
—¿Por qué necesitaste enseñar unos DNI falsos? —le reprochó en susurros—. ¿Y por qué ni siquiera me habías avisado de que ibas a hacerlo?
—Primero, porque ahora empieza el horario de mayores de dieciocho, y segundo, porque sabía que te ibas a poner paranoica —le expuso de lo más tranquilo.
—¡Ya que es mi primera salida deberíamos ser legales! —exclamó furiosa.
—Justamente porque es tu primera salida no quiero que te aburras —se justificó—. Pretendo lograr que este día lo recuerdes por el resto de tu vida.
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Perfectamente equivocados
RomanceAtraídos como imanes, Candy y Lex se unirán para continuar siendo los mejores estudiantes del colegio sin renunciar a la libertad que el último año de bachillerato amenaza con arrebatarles. Ambos conocen parte de la crudeza que conlleva la perfecc...