Ambos salieron de la clase, dándose prisa para aprovechar hasta el último minuto de tiempo libre. Candy le tomó de la mano y lo guió hasta la planta de abajo. Una vez allí caminaron hacia el patio de atrás, el cual usaban los de secundaria y que por tanto aún se mantenía desierto a esa hora.
—¿Debo prepararme para llegar tarde? —inquirió Lex.
—En lo absoluto. —Ella se dio la vuelta para quedar frente a frente—. Los de cuarto y compañía suelen estar por aquí sobre las nueve menos cinco. Hasta que aparezcan, tenemos un rato.
Él asintió, mientras echaba una ojeada al panorama.
—¿Y tu mochila, chaqueta...?
—En la taquilla —le informó—. Llegué más temprano; pero te avisé ahora, algo justos, para poder aclarar bien las cosas y no arriesgarme a tener público.
Lex asintió y soltó el aire de un soplo, sin saber a qué atenerse.
—¿Quieres regañarme, agradecerme, o...?
—¿Es verdad que sientes algo por mí o solo lo has dicho para remediar la situación? —le interrogó Candy antes que pudiese acabar.
Lex la analizó bien. Ella se mantenía firme, expectante y segura, todo lo contrario a la inquietud que lo dominaba en ese instante.
—Ambas —contestó Lex pasando saliva—. No estoy seguro del todo, pero tampoco he tenido tiempo de darle más vueltas. Lo que sí sé es que... tengo sentimientos encontrados. No te confirmo que sea amor todavía, aunque...
—¿Son dudas?
—Sí.
Ella lo meditó un segundo.
—¿Por qué dijiste en el vídeo que te había rechazado?
—Porque... desde la primera vez que te besé, tú dejaste muy claro que no te interesaba en esa forma.
Candy alzó las cejas.
—¿Y no se te cruzó por la cabeza pensar por qué sí te he correspondido en otras ocasiones después de esa?
Él se encogió de hombros.
—Supongo que han sido por un arranque.
Ella negó.
—No me tomes por esas que pueden ir dando besos por ahí sin concederles valor alguno; porque antes que hormonas agitadas, tengo neuronas y amor propio —remarcó—. Si lo hago, para mí debe tener un significado.
—¿Entonces?
Candy movió la cabeza.
—Dedúcelo.
Él frunció el entrecejo.
—¿Tú también sientes algo?
—Digamos que también tengo dudas... como tú —aclaró apartando la vista para dirigirla hacia el suelo.
Sin embargo, Lex estaba lejos de entenderlo.
—Pero no tiene sentido.
Ella alzó las cejas en su dirección.
—Si eso es verdad —prosiguió él—, ¿Por qué has sido tan evasiva conmigo? ¿Tan fría?
—¿Fría? —inquirió impresionada.
—Exacto. Como cuando tuviste que pararte a meditar lo tuyo en el autocar entre si volvíamos a hacer las paces o no... O como cuando en el jardín te tomaste tan mal lo que te dije que hasta evadiste el tema y no lo quisiste volver a tocar —objetó—. Simplemente, no lo entiendo.
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Perfectamente equivocados
RomanceAtraídos como imanes, Candy y Lex se unirán para continuar siendo los mejores estudiantes del colegio sin renunciar a la libertad que el último año de bachillerato amenaza con arrebatarles. Ambos conocen parte de la crudeza que conlleva la perfecc...