Hay juegos para los que se requiere guardar la compostura y confianza en uno mismo si no se desea perder. Y esa era justamente la situación en la que se encontraba la joven adolescente de casi catorce años de edad... que no deseaba otra cosa más que ver a su plan triunfar.
—¿Cassandra Lewis?
La susodicha se movió bruscamente de su asiento. Había citado al detective en prácticas que Keneddy le recomendó en la cafetería de una zona que no demasiado transitada. Un lugar donde podían evitarse oídos indiscretos y que a la vez que le ofrecía a ella un ambiente seguro.
—Soy yo.
Como siempre, lo dijo con mucho orgullo... Sin embargo, el repaso que el chico le dio de pies a cabeza le bajó los ánimos de un sopló.
—¿Tú?
—¿Algún problema? —preguntó sin darle el gusto de rebajarla. El quisquilloso tipo frente a ella era algo bajito, de pelo negro peinado hacia un lado y con pecas por la cara... ¿Y le venía con ínfulas de ser la gran cosa?
—Eh... no. —Se encogió de hombros—. Solo que imaginé que la persona que necesitaba mi ayuda y me pagaría.... al menos había cumplido la mayoría de edad.
Ante sus palabras, Sandie se limitó a esbozar una sonrisa irónica.
—Tampoco es que tú seas tan viejo... esto...
—Gerhard Evans —se apresuró a completar.
—Pues eso. —Sandie lo miró de la misma manera que él a ella—. Y creo recordar que tampoco es que contases con mucha experiencia previa en el campo, ¿verdad?
La irritación del chico fue obvia. Soltó un bufido de molestia que hizo eco en el pequeño local rústico, al igual que el crujido de la silla de madera mientras se sentaba. Ambos gestos generaron una gran satisfacción en su acompañante.
—¿Qué puedo hacer por ti?
—Primero necesito pedirte confidencialidad en esto. —La rubia extendió la carpeta verde en la mesa, sin darle muchas vueltas—. Todo lo que hablemos tiene que quedar entre nosotros dos, ¿de acuerdo?
—Mientras me pagues... —dijo él por lo bajo mientras revisaba el contenido—. ¿Tenía que investigar algo para la amiga de una madre tuya, no?
—En realidad, es para la mía.
La expresión de Gerhard cambió radicalmente, pasando a una postura creída.
—Creo que voy pillando más por donde va esto.
—Ahí te escrito algunos datos y a lo que se dedica para subsistir —prosiguió Sandie, sin darle juego a hacer otro comentario. Gerhard lo empezó a leer con algo de atención.
—Esto ya es bastante para empezar... —murmuró con aprobación. Ella relajó sus hombros.
—¿Entonces es todo lo que necesitas?
El chico asintió, entrecerrando los ojos.
—Sí eh... Solo déjame preguntarte algo. ¿Tienes el consentimiento de al menos uno de tus padres para hacer esto?
Sandie se limitó a darse la vuelta, coger el bolso detrás de su silla y levantarse.
—Creía que nos íbamos a entender, pero veo que tendré que buscarme a alguien no tan pesado para....
—Ey, ey, vale —la interrumpió Gerhard, extendiendo una mano en la mesa—. No insisto más sobre el tema.
Sandie se aplaudió mentalmente y volvió a sentarse de lo más contenta.
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Perfectamente equivocados
RomanceAtraídos como imanes, Candy y Lex se unirán para continuar siendo los mejores estudiantes del colegio sin renunciar a la libertad que el último año de bachillerato amenaza con arrebatarles. Ambos conocen parte de la crudeza que conlleva la perfecc...