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Para cuando terminó la cena de ese día infernal, Robert se sentía furioso

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Para cuando terminó la cena de ese día infernal, Robert se sentía furioso. Culpaba a la presencia de su abuela en la mesa familiar y al resto de la familia, con excepción de Nolan que no se veía nada contento, actuando como si todo siempre hubiese sido de color de rosas con esa mujer alrededor.

Pero en el fondo sabía que esa no era la única razón. No sabía nada de Adelaine desde que la había visto en la mañana. ¿Cómo podía ser posible que se hubiese marchado con Walden a quien apenas conocía de nada y no hubiese regresado en todo el día? Le había escrito infinidad de mensajes y también la había llamado, pero no había tenido respuesta alguna.

Charlotte le había dicho que ella tampoco tenía noticias y que no estaba preocupada en absoluto. Esto último se lo creía, pero no estaba tan seguro de que le estuviese diciendo la verdad acerca de no saber nada sobre el paradero de Ada en todo el día. Había algo en el rostro de su hermana que la delataba, esa expresión de superioridad, como si fuera dueña de una información que nadie más poseía.

Así que cuando ya no pudo más con la ansiedad, decidió "dar un paseo" por el sector del jardín por el que entraban todos ellos al palacio. Ada prácticamente nunca utilizaba la puerta principal y mucho menos lo haría ese día en el que los periodistas estaban apostados allí con la llegada de la reina viuda y además debido al rumor de que Alioth tenía otra hija ilegítima viviendo bajo el mismo techo que su esposa.

Caminó de un lado al otro y aunque estaba agotado, no cedió al cansancio y permaneció allí alrededor de cuarenta minutos hasta que sintió que las puertas se abrían.

Esperando que se tratara de ella, fue cauto e hizo el mayor esfuerzo por disimular sus emociones, y se sentó en un banco que se encontraba cerca de la puerta de entrada a la casa para parecer lo más casual posible.


Después de esa mañana tan desagradable, Adelaine podía decir que había pasado una tarde de lo más entretenida y relajada. Había podido conocer a Walden un poco más y había caído en la cuenta de que con él todo era más fácil, parecía una buena persona, que tenía un trabajo como cualquier otro con horarios que cumplir y cuentas que pagar al final del mes. Hablaba sobre todo y también la escuchaba.

La invitó a almorzar luego de que se marcharan del palacio y el tiempo se les pasó volando. Pasearon por la ciudad aprovechando el bajo tráfico del domingo y cuando cayó la noche, Walden le propuso que comieran hamburguesas en su local favorito de comida rápida. Ada dudó, pero terminó aceptando. Charlotte sabía con quién estaba y en el caso de que las niñas la necesitaran, sabrían cómo comunicarse con ella.

Así fue que cuando terminó llegando al palacio era tardísimo, pero se sentía feliz por cómo había resultado el día después de todo.

Entraron por el portón trasero como siempre y en cuanto el coche se detuvo, Ada se bajó del auto y esperó que él hiciera lo mismo para despedirse.

Mentiras reales (Descontrol en la realeza 5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora