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Lucy saltó de la cama de su hermana en cuanto se oyó que golpearon la puerta

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Lucy saltó de la cama de su hermana en cuanto se oyó que golpearon la puerta. Ada le había contado que cenaría con Robert esa noche para despedirse en buenos términos, con la intención de aplacar el enojo de la niña y ver que todo estaba bien.

El resultado de esa conversación no había sido del todo favorable y Lucy había insistido en esperar a Robert con ella para dejarle claro que lo odiaría para siempre si volvía a lastimar a su hermana.

Ada, tensa, también se puso de pie al oír el sonido en la puerta. Había pasado toda la tarde pensando en él y en su partida.

La niña abrió la puerta y miró al príncipe con su delicado ceño fruncido.

—Oh, hola, cariño. No esperaba encontrarte aquí —dijo Rob y Ada solo fue capaz de escuchar su voz porque estaba demasiado lejos de la puerta como para ver quien estaba al otro lado.

—No me digas así, no quiero ser tu cariño ni nada. Ya no eres mi príncipe favorito y estoy feliz de que te vayas lejos de nosotras —espetó cruzándose de brazos.

Rob se asomó por la puerta y buscó a Adelaine con la mirada antes de volver a ver a Lucy. —¿Qué he hecho para que estés enojada conmigo, Lucy? ¿Es porque me voy de viaje?

—Ya no te quiero, si te vas lejos ya no vas a hacerle daño a Ada.

—Lucy... —intentó interrumpirla su hermana mayor, pero ella no le dio lugar.

—Ojalá no vuelvas nunca —siguió diciendo, pero Adelaine sabía que en el fondo nada de lo que decía era cierto.

Robert la estaba contemplando tan desconcertado y triste, que la rubia decidió ponerle punto final y explicar la reacción de su hermana. —Lucy oyó decir a alguien que me hiciste daño, por eso está molesta. Le expliqué que no pasa nada y que todo está bien, pero no quiere creerme.

—¡Nada está bien porque ya no son novios! Si no son novios es porque no lo perdonaste, entonces yo tampoco. No lo quiero nada, ni un poquito.

Ada se mordió las mejillas para no sonreír ante la postura de la pequeña, pero su diversión desapareció al ver la expresión del príncipe.

—Lucy, si le hice daño a tu hermana fue sin querer —dijo él poniéndose de rodillas frente a ella—. Me arrepiento mucho de lo que sucedió y nunca más volverá a repetirse. Amo mucho a Ada.

—Mentiroso. No la quieres, por eso le hiciste daño y no te perdona. Vete lejos y no vuelvas nunca porque no quiero que se ponga triste como mamá y se muera —le apuntó con lágrimas en los ojos—. Eres malo.

—Lucy, cariño, ¿no hablamos de esto hoy? No le digas esas cosas tan feas a Robert porque le haces daño tú a él y eso no está bien —musitó acuclillándose junto a ella.

—¿Qué puedo hacer para que me creas, Lucy? —Inquirió Rob—. ¿Qué puedo hacer para que me creas que amo a tu hermana más que a nadie y que nunca más la voy a lastimar?

Mentiras reales (Descontrol en la realeza 5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora