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Adelaine le escribió un mensaje a Robert en cuanto la clase acabó, sabiendo que le tomaría un largo rato llegar desde el palacio hasta allí

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Adelaine le escribió un mensaje a Robert en cuanto la clase acabó, sabiendo que le tomaría un largo rato llegar desde el palacio hasta allí. Pero no le molestaría esperar sentada en los bancos de la vereda, el día estaba precioso y le haría bien descansar un rato y despejarse después de todas esas horas encerrada en un aula. Además, necesitaba pensar y para eso tenía que estar sola.

Beth y Allison caminaron junto a ella mientras salían del edificio. Ada estaba distraída con la conversación que estaban manteniendo y nada alerta debido a que estaba confiada en que Rob apenas estaría saliendo del palacio o donde fuese que se encontrara. No había forma de que llegase tan rápido.

Beth venía hablando de lo aburrido que era el profesor de histología y lo mucho que se alegraba que ya quedara menos para que el curso acabara y comenzaran las verdaderas clases en la universidad, cuando arrugó la frente mirando algo en dirección recta a su línea de visión.

—Vaya, vaya. ¿Y ese quién es? No lo había visto antes por aquí —comentó con un tono de apreciación.

Adelaine, que estaba de espaldas a dicha figura, se quedó estática, temiendo lo peor y sin atreverse a girarse aún.

Allison miró hacia el mismo lado que su amiga y alzó las cejas con admiración. —No estaría tan solo y abandonado allí de haberlo visto antes —musitó ladeando la cabeza y haciendo una pausa corta en silencio—. Mmm, ¿no será que tú sí lo conoces, Ada? Tiene ese aspecto de estrella de cine como todos tus otros... amigos.

Al mencionar directamente su nombre, ella ya no pudo ignorarlas. Se giró sabiendo exactamente con quien se encontraría, pero solo por si acaso para comprobarlo.

Él, que había estado de perfil hasta el momento, se volvió hacia ellas en el momento justo en el que también lo hizo Adelaine.

La rubia estaba a punto de refunfuñar por su inobediencia cuando el príncipe esbozo una sonrisa que le detuvo el corazón. Tenía los anteojos oscuros puestos y no podía verle los ojos, pero de alguna forma la sonrisa le iluminó el rostro y lo volvió incluso más guapo de lo que era.

—Ah, sí. Definitivamente ha venido por ti —murmuró Allison.

—Dios mío, Ada. ¿Pero de dónde los sacas? ¿Acaso los cultivas en alguna parte? —Oyó decir a Beth, pero su mente había quedado aturdida con el gesto de él.

—Por la forma en la que se quedó, este sí tiene que ser más que un simple amigo. ¿No crees, Beth?

Ada la miró arrugando la frente. —No, no lo es —replicó—. Y ahora voy a marcharme para que continúen hablando de mí y especulando todo lo que quieran a pesar de mis respuestas. Hasta mañana, chicas.

Caminó hacia él con el corazón latiéndole muy rápido, y cuando estuvieron a pocos pasos de distancia se obligó a recuperar la cordura y frunció el ceño.

—No me has hecho caso, Robert. ¿Qué voy a hacer contigo? ¿Cuánto tiempo llevas esperándome allí?

—¿Cuánto tiempo hace que me escribiste el mensaje?

Mentiras reales (Descontrol en la realeza 5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora