Robert Van Helmont es uno de los solteros más codiciados de Sourmun, pero el joven príncipe y heredero no muestra señales de interés por ninguna joven en particular. Todos saben por qué, desde que perdió a su novia y mejor amiga, Rob no ha vuelto a...
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Tres semanas más tarde, Ada estaba bajándose del coche de Callum frente a un instituto que la ayudaría a prepararse para la universidad en el mes que le restaba antes de que comenzaran las clases.
Él también salió del auto y lo rodeó para colocarse a su lado.
—Se ve bien —comentó el rubio—. Mis compañeros que estudiaron en la universidad estatal me dijeron que tomaron este curso antes del inicio de clases y les dio un buen resultado.
Ada también había tenido compañeros que lo habían hecho en el momento que ella había asistido a la universidad, pero dado que era algo por lo que había que pagar, ella no se lo había podido permitir.
Callum por su parte, le había comentado que en la universidad a la que él había asistido, un curso similar venía incluido dentro de la matrícula para brindarles una ayuda extra y orientarlos antes de comenzar oficialmente con el cronograma de clases.
—Estoy muy feliz de estar aquí —expresó ella sin poder borrarse una tonta sonrisa de la cara—. Hasta me cuesta creer que sea cierto.
—Te lo mereces —compuso Callum y le dio un apretón en el brazo—. Estoy seguro que lo harás muy bien. Ahora ve, recuerda que un chofer pasará por ti al final de la clase. Si sales antes solo tienes que enviar un mensaje al número que te dio John y enseguida estarán aquí.
Como Robert había predicho, Nolan no había perdido el tiempo en pedirle su número y Ada no había podido mentirle. También había terminado revelando quién le había comprado el aparato, a él y a varios más, porque de pronto todos parecían muy interesados —y asombrados— por el gesto del príncipe. Adelaine había intentado quitarle importancia al asunto, pero no había pasado desapercibido para nadie.
Así que desde entonces, todos en la casa se habían hecho de su nuevo número y John le había agendado todos los contactos que no podía dejar de tener al salir de la casa, entre ellos, el del chofer que le habían asignado a pesar de la resistencia que había puesto Ada al respecto. Al parecer, utilizar el transporte público no era una opción según el criterio de la reina.
—Lo haré —asintió con una mueca—. Gracias por traerme.
Cal se despidió y ella se colgó su nueva mochila —cortesía de Charlotte—, en el hombro.
Estaba llegando a la puerta de entrada cuando otras dos chicas, que estaban sentadas cerca de la puerta, llamaron su atención.
—¿Ese era tu novio? —Preguntó una joven de pelo oscuro.
—¿Es un actor famoso? Estoy segurísima que lo he visto en alguna parte —agregó su compañera.
Ada enseguida se puso nerviosa, no había contado con que los hijos adoptivos de la reina eran tan conocidos como los mismos príncipes. Incluso con el ambo que utilizaba para trabajar, Callum era una de esas personas difíciles de olvidar.