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A excepción de Ada, ninguno se vio demasiado sorprendido cuando su familia los recibió con una pequeña fiesta de bienvenida

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A excepción de Ada, ninguno se vio demasiado sorprendido cuando su familia los recibió con una pequeña fiesta de bienvenida. Tal parecía que para la familia Real siempre era el momento ideal para organizar una «pequeña reunión», con comida en abundancia, champagne y muchos dulces.

Nolan, que había tenido una noche agitada y solo había dormido las pocas horas que duraba el viaje en avión, decidió quedarse sentado junto a la mesa dulce que había sido ordenada especialmente para complacer todos sus gustos.

Para Ada fue un verdadero golpe de suerte llegar al palacio al mismo tiempo que Charlotte y Max. Mientras todos interrogaban a los recién casados interesados en su viaje e intentando adivinar si tendrías noticias interesantes pronto, Rob y ella se dedicaron a descansar en silencio y contemplar a sus seres queridos.

Adelaine dejó de mirar a Lucy quien se mezclaba a la perfección con el resto de la familia, como si los conociera desde siempre, y se giró hacia Rob que se hallaba sentado a su lado en el sofá con Mina en sus brazos. Esa era una imagen que le calentaba el pecho y le provocaba un bonito cosquilleo en el estómago.

Esperaba que ahora que estaba en casa y cerca de su familia, Robert pudiera recuperarse de esa discusión que había tenido con Daphne. A pesar de reconocer que era lo mejor para todos, especialmente para él y su salud mental, en el fondo sentía mucho la pérdida de su amiga de años y temía las consecuencias que eso pudiese tener en la salud de la condesa.

—Me he marchado por dos meses y parece que ha pasado el doble. ¿Cómo es que has crecido tanto, Mina?

La niña sonrió y soltó un balbuceo feliz.

Ada apoyó la cabeza en el hombro de Robert. —Mírala, te adora, no puede resistirse a ti.

El príncipe giró la cabeza y la besó en la frente. —No te pongas celosa, cariño. Tengo espacio más que suficiente en mi corazón para las dos. Y para Lucy también, por supuesto.

Soltando una risa, la rubia le dio un beso fugaz en la mejilla pero no llegó a responder nada porque desde el centro de la sala alguien comenzó a golpear una copa para reclamar atención.

Al mirar hacia allí, se encontraron con Geraldine y Charles esperando que todos se giraran hacia ellos.

—Creí que ya habían anunciado el compromiso, ¿no lo sabe toda la familia? —murmuró Rob arrugando la frente.

Ada sonrió. —Sí, lo hacen, creo que van a anunciar otra cosa. Será mejor que te quedes sentado.

Robert se quedó muy serio y quieto. Sus ojos se desplazaron lentamente hacia su hermana mayor y la contempló expectante.

El resto de la familia fue quedándose en silencio y observando con incertidumbre a la pareja.

Dina se hizo esperar y cuando habló, lo hizo con una gran sonrisa tomada de la mano de Charles.

Mentiras reales (Descontrol en la realeza 5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora