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El lunes por la tarde, Adelaine llegó de sus clases y le informaron que la princesa Charlotte estaba esperándola en la salita rosa por lo que, preguntándose de qué podría tratarse, se dirigió allí antes de subir a su cuarto

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El lunes por la tarde, Adelaine llegó de sus clases y le informaron que la princesa Charlotte estaba esperándola en la salita rosa por lo que, preguntándose de qué podría tratarse, se dirigió allí antes de subir a su cuarto.

Cuando abrió la puerta de la mencionada habitación, encontró un panorama muy diferente al que había esperado hallar y se quedó congelada en el umbral de entrada por un segundo.

—¡Ada! —Exclamó Amy, la futura cuñada de Char, quien fue la primera en percatarse de su presencia—. ¡Qué bueno que has llegado!

—¡Sí! —Agregó Charlotte levantándose de su asiento y caminando hacia ella con suma rapidez—. Menos mal que has llegado, necesitaba el apoyo de alguien que tiene la cabeza en su lugar.

—¿Y dónde se supone que la tenemos nosotras? ¿En los pies? —Se quejó Lexi girándose hacia ellas desde el sofá en el que se encontraba—. Hola, Ada. No oigas a mi prima, es una aguafiestas.

Char hizo una mueca y la tomó del brazo pegándose a ella como si no tuviera la intención de soltarla jamás. —No, tú no las escuches a ellas. Eres la única persona con la que puedo contar, no dejes que te convenzan de pasarte al lado oscuro —le susurró—. Sé mi amiga y haz mi carga menos pesada.

Sin entender nada de nada, Ada asintió.

—Deja de cuchichear, Charlotte —le apuntó Geraldine—. Y deja a la pobre Ada en paz, seguro que a ella también le divierte nuestra idea, no la presiones para que diga lo que tú quieres.

—Yo nunca haría algo como eso, no seas ridícula, Geraldine —espetó—. Además Adelaine no es de las que se deja influenciar.

Se sentaron las dos en el único sofá vacío que había quedado, y Ada saludó con una sonrisa al resto de las presentes. Allí estaban Carol, Amber, Dina, Amy y Lexi.

—¿Puedo saber de qué va esta reunión? —Inquirió con precaución.

—La despedida de soltera de Charlie —anunció Lex—. Dado que la boda está llena de un millón de protocolos aburridos, tenemos que aprovechar esta oportunidad para divertirnos un poco. Será la mejor despedida de soltera del mundo. Hasta que llegue la mía, por supuesto.

—Por supuesto —masculló Charlotte con un suspiro—. Lexi siempre tiene que tener todo lo mejor.

—Muy bien, muy bien, niñas —intervino Caroline haciendo valer su posición como la mayor de todas—. No nos desviemos del tema. Llevamos aquí tres horas y todavía nos falta mucho.

¿Tres horas? Se preguntó Ada y casi soltó un gemido de angustia muy parecido al que Char sí dejó escapar al mismo tiempo. ¿Qué tanto podrían debatir sobre una despedida de soltera como para que luego de tres horas todavía no hubiesen acabado? Nunca iba a acostumbrarse a las costumbres de las chicas reales.

Lexi, la chica de las listas, tomó el anotador que había dejado en la mesa y una lapicera forrada en cuero rosa. —Bien, siguiente punto. Strippers.

Mentiras reales (Descontrol en la realeza 5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora