25. La Despedida.

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Cuando me subí al auto, Ed se subió de inmediato en el asiento del conductor, tomé mi teléfono y hice unas cuantas llamadas, dando la orden de que fueran hasta el puto club donde había estado y que por favor lo hicieran explotar. Principalmente a su dueño.

—     "¿Sucede algo muy malo?" — Preguntó Ed observándome por el retrovisor frontal, las palabras ni si quiera podía salir de mis labios en ese momento, sentía un nudo en la garganta que me haría explotar en cuestiones de segundos, ni siquiera estaba seguro si podía ver su cara.

Al ver que no hubo una respuesta, no hizo más que volver a enfocarse en el camino. Llegamos a casa, y mi estado realmente no había disminuido, Francis como siempre nos esperaba con una linda sonrisa en la entrada, pero yo no estaba de humor. Estaba frustrado, desesperado, atemorizado, no quería perder mi puesto, no, no quería. No podía.

Caminé rápidamente dentro de mi despacho, estrellé algunas cosas en el suelo de rabia, pero era obvio que tendría que parar, esto llamaría la atención de Papá y estaría mil veces peor. Intenté calmarme, me serví algo de rom en un vaso de cristal que luego lo llevé y lo tragué de un solo golpe. Luego otro trago más y otro más hasta que la puerta se abrió sin ni siquiera un toque.

—     "¿No vas a darme la noticia de lo que pasó? Veo que no ha sido algo satisfactorio si has llegado de esta forma." — Dijo papá detenido en la puerta.

—     "¿Tenemos que hablar de él ahora?"

—     "Bueno, si no quieres, podemos hablar de ti. ¿Por qué estas así?"

—     "Es lo mismo."

—     "No puedes ocultarme nada, Matt. Sabes que tarde o temprano voy a enterarme, si has llegado con el mal humor que llevas ahora es porque algo realmente se te ha salido de las manos, soy tu padre y te conozco mejor que nadie, así que es mejor que cantes."

—     "No tienes que preocuparte, todo está bajo control."

—     "Pues eso no es lo que demuestras ahora mismo. ¿Necesitas emborracharme antes de confesarte?"

—     "¿Confesarme con qué1? ¿De qué tengo que confesarme?"

—     "De lo que me estas ocultando ahora mismo."

Mi cerebro en ese momento estaba paralizado, ni siquiera podía pensar en una mentira que pudiera ser no detectada por el cerebro de mi padre, así que me preparé otro vaso más de alcohol solo para darle tiempo a mi cerebro a que se pudiera ingeniar algo magnifico.

—     "Lo que paso fue... que... no puedo matarlo... o el concejo no puede matarlo."

—     "¿Te refieres al sr. Adén y a sus hombres?"

—     "No a sus hombres, a él..." — Me llevé la mano al bolsillo.

—     "¿Porqué?"

—     "Porque la he cagado." — Dejé salir.

—     "¿Cómo la has cagado?" — Dijo poniendo su tono de voz más serio.

—     "Voy a arreglarlo... solo tienes que darme tiempo..."

—     "No te puedo dar tiempo sino sé como rayos la has cagado." — Dijo esta vez poniendo más pausas en su palabra lo que me hacía subir la presión.

—     "Te diré la verdad, de todas formas, vas a saberlo... — Hizo un leve movimiento de cabeza. — Me he acostado con... con... mi guardaespaldas."

Hubo unos minutos de silencio, ni siquiera se movía. Miró el suelo y luego miró el techo, se acercó a mí para quitarme el vaso de cristal que tenía en la mano para tragarse todo el rom en el en un solo sorbo.

SIEMPRE FIEL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora