22. El castigo.

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Me quedé estático por un momento sin entender lo que me estaba pidiendo, así que tomó mi mano y la llevó a su cabeza para hacerle presión y que mi miembro se introdujera en su boca. Entendía que quería que fuera agresivo así que apreté su pelo para hacer que todo entrará a su boca hasta su garganta continuamente, su rostro se comenzaba poner más rosa, y realmente se sentía espectacular, pero de momento sentí un dolor en la herida que me hizo detener.

—     "¿Quieres parar?"

—     "No voy a dejar perder esta oportunidad."

Se levantó del suelo para terminar de desnudarse totalmente, volví a pegarlo contra el cristal mientras mi miembro y su miembro se rosaban entre sí. Llevé mi mano sosteniéndolo a los dos para que se acariciaran, sus suspiros comenzaban a subir de tono, y en ese momento me dí cuenta de las chicas de la habitación de al frente estaban mirándonos fijamente. No me importó un coño.

Luego yo me puse de cuclillas para llevarme su miembro a la boca, y sus piernas temblaban mientras el se cubría parte de su rostro con la mano. Lo lamí y lo chupé durante minutos, y en un momento, me hizo separarme de el para que terminara en el suelo, lo tomé del brazo girándolo de frente al cristal, y me introduje en el sin pensarlo.

Mordió sus labios para ahogar un gemido, pero yo quería escucharlo como todos esos hombres lo habían escuchado.

—     "Despacio, idiota. Es muy grande..."

—     "Lo siento, jefe." — Dije para comenzar de espacio.

Besaba su cuello mientras él seguía aguantando los gemidos hasta que me pidió que lo hiciera agresivo. Su rostro estaba pegado del cristal mientras yo sostenía su fina cadera para introducirme completo en él. Lo veía mordisquearse los labios, su interior me succionaba, luchaba con el deseo de acabar tan pronto. Lo giré de frente para volverlo a introducir. Su rostro excitado era la más hermosa creación de Dios.

—     "Déjame oírte gemir..."

—     "No, soy tu... jefe..." ­— Fue lo que dejó salir suavemente de sus labios.

—     "Ahora, no estas dentro de ese papel."— Susurré a su oído.

"Ya, veremos..." — Fueron las últimas palabras que escuché salir de sus labios, después de eso solo fueron suspiros y gemidos retenidos. Perdimos el tiempo, entre besos y sexo. En el momento en que volví a mirar el reloj habían pasado casi hora y media, estaba aún sentado en el sofá mientras el jefe terminaba de ponerse su saco. Me encantaba ver su pelo húmedo, pero dentro de mi cabeza no dejaba de pasarme que lo que había sucedido era solamente sexo para él. Lo ví revisar su teléfono unas cuantas veces luego de haberse alistado, pero yo aún seguía anonadado pensando en que realmente había tenido sexo con él.

—     "Tenemos que marcharnos." — Dijo saliendo de la habitación.

De inmediato me levanté del asiento para seguirle. Volvimos a bajar las escaleras donde nos encontramos con los demás al pie de la escalera, caminamos directamente hasta el vehículo y entendí que su única intención era terminar teniendo sexo conmigo. De alguna forma estaba muy feliz.

El camino estuvo silencioso, nadie comentó una palabra hasta llegar a casa, pero allí fue que noté que todo el ambiente era totalmente diferente.

El jefe se desmontó de forma muy rápida de la camioneta y caminó a paso rápido hasta dentro de la casa donde nos encontramos con su padre de pie en la puerta, como si estuviera esperando su llegada. Francis nos miró de una forma sospechosa, no hice más que seguir enfocado hacia dentro de la casa de la misma forma en la que lo había hecho el jefe.

SIEMPRE FIEL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora