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Corrimos por las calles de Bogotá en plena madrugada y luego de unas cuantas cuadras, ya no se escuchaban los pasos de aquel hombre y eso hizo que me relajara, pero no dejara de correr.
Comencé a reírme y a bajar la velocidad a lo que Villa me imito.

Inhalamos con fuerza una vez que nos detuvimos. Pude notar que nos encontrábamos cerca de mi departamento.

- Creo que lo perdimos. - murmuro con diversión observando para todos lados.

- Si. - reí observándolo de reojo.

Aun con la escasa luz podía ver su rostro, pude ver su mano y la tenía con un poco rojo, el hematoma estaba formándose.

- Humm... mi departamento se encuentra a dos calles de aquí y necesitas tu mano estable para poder tocar. - la señalé.

El solo la observo y asintió sin decir nada.

Ambos caminamos el tramo que quedaba en silencio. La tranquilidad entre los dos era una sensación increíble y difícil de ponerla en palabras. Una vez dentro del departamento encendí las luces.

- Perdona el desorden de las cajas... - me lamente, el solo me observo fijamente - Aún no me tome el tiempo de desempacar mis cosas.

- Descuida, lo entiendo.- sonrió levemente.

Me abofetee varias veces mentalmente mientras me perdía en su sonrisa. No podía ser que un simple jeans negro, sus borcegos, una remera del mismo color y una chaqueta verde militar lo hagan ver como el mismísimo Dios del mundo.

Busque en el congelador algo de hielo para su mano e indicándole el sillón, ambos caminamos.

Me senté en la mesa ratona, frente a él y observé su mano detalladamente, temía que le doliera por un buen tiempo. Había puesto aquel bloque frío en un paño para que el contacto no fuera tan fuerte.

- Lo lamento... -murmure con un poco de timidez - No quería que esto sucediera, yo lo tenía todo bajo control.

- ¡Vaya que si!- bromeo, a lo cual frunci el ceño - No es su culpa...

- ¡Sí que lo es.!- me sentía pésima - Pero... gracias.

Eleve mi vista hacia él, tenía algo extraño en su rostro. Sus ojos tenían más luz que las últimas veces que lo vi y me daba paz.

- De nada. - sonrió tímido bajando su vista a su mano.

¿Ya lo podía besar o iba a terminar por ser una loca?

- No todos se arriesgan para defender a una mujer en ese tipo de situaciones. - comente mientras seguía con mi mano sobre la suya - Ni siquiera sabía que estabas en el lugar...

- Llegué justo, los estaba buscando y cuando vi que te tomo de la muñeca yo...

Iba a seguir, pero un teléfono comenzó a sonar.

- Es el mío. - dije rápidamente y tomé mi cartera que se encontraba a su lado.

- Lo lamento, pero es el mío. - mostro su teléfono, teníamos el mismo sonido de llamada.

El atendió mientras continuaba con el hielo sobre su mano.

- Estoy con mara. - contesto mientras me observo de reojo - Tuvimos un problema y estamos en su departamento... - eso sonaba mal para el teléfono, pero para mí sonaba tan bien, lastima para la situación - no, no, claro que no, Moncho, deja de decir esas cosas - rio levemente - claro, está bien... - asintió - los esperamos. Adiós.

Abrí mis ojos esperando una respuesta a lo que sucedía.

- ¿Está todo bien? - pregunte con curiosidad.

Mi lugar favorito - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora