.16. tercera temporada

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Narrado por Catalina Villamil

Sonreí al mesero que dejaba aquel café en mi mesa, cerré mis ojos con fuerza intentando no llorar. Quería volverme fuerte, inquebrantable, para poder sobrevivir a Ludmila. Para poder sobrevivir a mi vida sin mí papa cerca porque no quería volver a esa casa. Esperaba que su promesa de no desarmar nuestra familia recuperando a mama no sea mentira porque todo era un gran peso dentro de mí.

- Arañita

Fruncí el ceño confundida y me acerqué a la puerta de mi cuarto.

- ¿papito?

- Ven un momento

Baje corriendo las escaleras con emoción.

- Ey tranquila – suplico con risa – no quiero que te caigas

- Ay papito, eso no sucederá – sonreí – el tío Martin ya me enseño como bajar rápido para no caerme, ¿quieres que te enseñe?

- Mejor, intenta no lastimarte – suplico – no quiero que te suceda nada

- Pero es divertido

- Lo sé, para ti lo es – movió sus hombros – pero para papa no, sabes que puedo asustar mucho si te sucede algo, ¿verdad?

Reí arrugando mi nariz, el me extendió su mano. Era más grande que la mía, papa era un súper gigante increíble, sentía que no iba a soltarme jamás. Papa siempre decía que iba a estar conmigo, tomándome la mano, jamás me dejaría sola.

Ambos caminamos hacia los sillones de la sala. Me senté a su lado curiosa, el movió sus cejas divertido y me hizo señas para que observara la mesa.

- ¿Qué es eso? – fruncí el ceño

- Es un regalo – sonrió con emoción – para ti

- ¿para mí? – me emocione y me acerque a la mesa, era una gran caja color rosa

- Para ti

- ¿de quién? – fruncí el ceño confundida

- ¿Cómo que de quién? – frunció el ceño – de papa, puedes abrirlo si quieres

Volví mi vista emocionada hacia la caja e intente abrirla, pero papa termino por ayudarme. Abrí mis ojos con emoción cuando vi al instrumento ahí.

- ¿es para mí? – vire mis ojos con gran impacto hacia mi papa

- Claro que si – sonrió orgulloso

Abrace su cuello con emoción, tenía mi propio banjo al fin.

- Gracias papito – lo abrace con más fuerza, bese su mejilla

- Ya arañita, ya – comenzó a reír – de nada, mi amor

- Te quiero – volví a besar su mejilla

Lo solté y volví mi vista hacia el banjo. Emocionada lo saque de ahí. Era más grande que yo, pero no importaba porque papa me ayudaría.

- Mira mama – grite mientras ella bajaba las escaleras con mi pequeño hermano

- No, un banjo – rio emocionada y se acercó a nosotros para sentarse al lado de papa – vas a poder tocar todo lo que quieras, al fin

- Si – sonreí con emoción

- Y con el tío Isaza – hablo mama divertida

- Va a tocar con papa – papa la observo con el ceño fruncido

Mi lugar favorito - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora