.34. segunda temporada

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Me recosté en su pecho observando el cielo del atardecer, cata jugaba a nuestros pies con sus juguetes de acción con tranquilidad y de vez en cuando nos observaba y sonreía con ternura achinando sus ojitos verdes.

Todo estaba tan calmo que me llamaba la atención, luego de tanta tormenta esta relajación. Mi mente se encontraba en paz perdiendo mi vista en el horizonte. Escuchaba el sonido de su tierno corazón, tenía que admitir que aquel sonido era mi música favorita como su voz. Era el momento perfecto del cual no quería salirme, él era mi lugar favorito. Sus brazos a mi alrededor, sus tiernas caricias, su respiración, el conjunto de su ser era todo lo que en mi mundo estaba bien.

- ¿en qué piensas? – murmuro Villa sobre mi coronilla

- En que hay demasiada paz – confesé

Su cuerpo tembló cuando lanzo una pequeña risa, tierna y sonora.

- Era lo que nos faltaba

- Si – conteste sin perder de vista el sol – luego de tantas cosas, estar así es como un sueño

- Estar así contigo es paz – corrigió – tú me das paz, aunque a veces seas como un pequeño huracán – beso mi coronilla

- Eso no es verdad – me defendí frunciendo el ceño divertida y abracé aún más su cuerpo

- Claro que sí, igual tengo que admitir que amo que sea así – acaricio mi cabellera – porque no cualquiera es capaz de ser paz y a la vez ocasionar tantas cosas con tan solo una mirada

- Espero que las cosas que ocasiono sean buenas

Eleve mi vista hacia él, el asintió con ternura. Sonreí para él y volví a recostarme en su pecho para ver el atardecer.

- Oye

Volvió a llamar mi atención, eleve mi vista hacia él y espere expectante lo que quería decirme, pero el solo se inclinó para tomar asiento a lo cual lo imite. Fruncí el ceño confundida, estaba nerviosa y no sabía el porqué. De su bolsillo saco una pequeña cajita color roja y por un momento mantuvo su mirada en ella. Mi corazón latió de forma rápida y tenía miedo que lo notara porque siempre sabia más de mí que yo misma.

- Resulta que recordé que tiro el anillo que le regale al rio Sena

- Si – murmure apenada – fue en un momento de

- Lo sé – me interrumpió y me observo fijamente, el sol del atardecer lo alumbraba haciéndolo el ser más lindo de la tierra – y no crea que me enoja eso, solo – suspiro, sonrió tiernamente y llevo su mano a mi mejilla para acariciarla con ternura – solo quería volver a hacerlo

- ¿Hacer qué? – murmure confundida

- Quería pedirle que se case conmigo – continuo con su sonrisa – y sé que en este tiempo me comporte como el peor hombre de la tierra, que la lastime y que si yo fuera usted no me hubiese perdonado – murmuro y bajo la mirada a la cajita – pero tú no eres yo, tu eres Mara Bonnaire la persona que salvo a Martin de que su apéndice no acabara con el – ambos reímos levemente – eres la hermana perdida del duro de Isaza quien aún me recrimina por no tomarlo enserio después de haber sido mi compañero de departamento por largos años. Eres Mara, la persona que derritió el corazón más frio que el Himalaya, en cuestión de amistad, que era el de simón – apretó sus labios con fuerza, yo lo observe atenta. Sentía mi corazón derretirse una vez más como las miles de veces que me sucedió con el – pero sobretodo eres quien me salvo, quien me salva todos los días con una sonrisa de niña. Quien me cuido y me cuida – sonrió observándome a los ojos – quien me ama como ninguna otra persona lo hizo y quien me acepta con mis errores y mis torpezas – nuevamente acaricio mi mejilla – eres la mujer que me dio una hija y debo admitir que es perfecta, no lo digo yo... lo dice todo el mundo y la ciencia – ambos reímos – eres con quien quiero estar el resto de mi vida – murmuro, sus ojos verdes se veían tan lindos al reflejo del sol – no me olvide nunca lo que te prometí en el papel arriba de nuestra cama y tengo que admitir que – observo la cajita por unos minutos – que no había día que no deseaba volver a mí, quería volver a casa, volver a mi lugar favorito

- ¿sigo siendo tu lugar favorito? – me anime a preguntar

- Siempre lo fuiste – me observo con seguridad – pero a veces el camino puede ser un poco

- Oscuro, dudoso, manipulador, puede tener muchos monstruos y mentiras también – comente divertida a lo que el rio levemente

- Y ser una pésima elección si se quiere llegar a casa sano y salvo – agrego divertido

- Me alegra que hayas vuelto a tu lugar – sonreí y acaricie su mejilla – te extrañe – confesé

- ¿te casarías conmigo? – movió sus cejas divertido, reí levemente y asentí

Se acercó a mí y lentamente beso mis labios. Tome de sus mejillas con amor, no quería dejar de acariciarlas porque había perdido un montón de tiempo lejos de aquella bella sensación que me provocaba su piel sobre las yemas de mis dedos. Al sepáranos abrí lentamente mis ojos y sonreí.

- Te amo – murmure – nunca lo olvides

El lanzo una pequeña risa frente a eso.

- Tu jamás olvides que te amo y que te amé aun confundido – confeso – porque eres todo lo que está bien en mi vida – acaricio mi mejilla – y ahora, creo que esto te pertenece – me entrego la cajita roja

La tomé y la abrí, pero no había un anillo de compromiso, más bien había una pequeña cadenita con un corazón con una pequeña piedra color verde, el verde del color de sus ojos.

- Es mi corazón – murmuro – es pequeño pero cálido y elegí nuevamente una piedra verde porque sé que amas mis ojos y amas que te miren siempre, aunque te pongan nerviosa – sonrió – es para que nunca te olvides que te cuido y que estoy contigo

Sonreí con ternura y me acerqué a él para terminar por hacer fuerza y caer al pasto. No había ser más tierno, adorable y más bueno que él. Bese su rostro con ternura, planeaba estar toda mi vida con él, hasta que la vida nos diga hasta acá en esta era, pero pueden seguir en la siguiente.

- Te amo, te amo, te amo – bese sus labios una y otra vez, el comenzó a reír con ternura

- Ya entendí – intento zafarse

- No, no entendiste. Te amo – volví a repetir y lo observé fijamente, me encontraba encima de su cuerpo. Me sostenía con mis manos a sus contados – te amo

- Y yo a usted - sonrió y acaricio mi mejilla con ternura

- Papi, mami

Ambos nos separamos rápidamente cuando escuchamos a cata. Ella se había parado para caminar hacia nosotros. Nos sentamos mientras se acercaba, sonrió y llevo sus pequeños bracitos para abrazarnos a ambos.

- Arañita, que lindo abrazo – murmuro villa, ella se alejó y llevo su mano a su boca picara

- Tiame (te amo) – comento

- ¿Qué? – villa frunció el ceño intentando entender que decía

- Acaba de decir que te ama – murmure divertida

- ¿tú me amas arañita?

Hablo con sorpresa Villa, se notaba en su rostro la sonrisa de padre baboso, la tomo en sus brazos para abrazarla con fuerza. Cata llevo sus pequeñas manitos a sus mejillas y arrugo su nariz para pegar su frente con la de él.

- Papi – comento divertida – tiame

- Creo que te ama más que a mí – murmure son una sonrisa, los amaba con mi vida

- Yo las amo a las dos – confeso villa, abrazo a cata con fuerza – gracias – murmuro

- ¿Por qué? – curiosa lo observe

- Por ella

Me acerque a él y bese su mejilla, cata sonrió y se acercó a él para besar del otro lado. Ahora sí que villa no podía escapar por ningún lado, lo teníamos entre ambas para llenarlo de amor hasta que toda nuestra vida se acabe en algún tiempo muy lejano. 





Mi lugar favorito - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora