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Las tres semanas habían pasado como un suspiro. Durante ellas me había acostumbrado a la presencia de villa casi las veinticuatro horas del día. Ambos hacíamos nuestra vida durante el día, salíamos con los chicos o íbamos al parque alejados de la ciudad y por las noches volvíamos a dormir juntos a su departamento, ya que el mío lo habían usurpado la pareja feliz de mi prima e Isaza.

Había conocido a sus padres y a su hermana, también. Eran personas demasiado amables, me habían incluido rápidamente en su familia y eso era más de lo que podía pedir. Las video llamadas se habían intensificado con mi papa y mi hermano, podía decir que adoraban a mi novio más que a mí.

Nos encontrábamos en la cocina de su departamento, tomando nuestro café mañanero. Hoy iba a ayudarlo a hacer sus maletas ya que mañana por la mañana temprano tomaría el vuelvo hacia México.

- Te dejare mi auto – hablo mientras comía de su tostada

- Tengo pensado en comprarme uno. Quizás uno usado – moví mis hombros. Había sacado mi permiso de conducir con esta finalidad

- Pero mientras puedes usar el mío. Ya sabes, por cualquier cosa

- Gracias por cuidarme – sonreí

El solo me observo fijamente.

- Siempre – murmuro

Me acerque a él y deposite un tierno beso en su mejilla. Se encontraba algo afligido por ser el día previo a su ida. Me sentía de igual manera, pero no quería que se fuera con una imagen triste de mí.

Acaricié su mejilla luego y volví a mi desayuno para terminarlo en silencio. Podíamos estar de esta manera y no era incomodo, al contrario, no necesitábamos de las palabras para saber que el otro estaba al lado.

- ¿Ya tienes pensado que llevaras? – curiosa pregunte

- No, aun no pensé en nada de eso

Me ayudo a levantar las cosas de la mesa y ponerlas en la bacha para lavar.

- Pues tienes que ver bien. Lleva solo lo esencial, puedes comprar cosas ahí – sugerí

El solo me observo fijamente y frunció el ceño. Salió de la cocina y me quede pensando que había dicho exactamente para que se comporte de esa manera. Por unos minutos ni siquiera lo escuché y hasta me había preocupado pensando en ir tras él, hasta que sentí que me tomaban de atrás y me alzaban como un bebe.

- Oye ¿Qué haces? – pregunte divertida tomándolo por su cuello

El ni siquiera me contesto, camino hacia la habitación.

- Amor, bájame – suplique

El me dejo sobre la cama, más bien dentro de la maleta. Fruncí el ceño confundida cuando me vi ahí, lo observé curiosa esperando su respuesta.

- Dijiste que lleve lo esencial. No creo poder comprar, ni encontrar a otra persona como tú – hablo con sinceridad

Me mordí el labio inferior. Me derretí en un microsegundo y no quería volver a endurecer mi corazón si este hombre decía estas cosas.

Tire mi mano hacia él y el gustoso acepto, lo obligue a sentarse a mi lado. Aun no salía de la maleta, me quedaría un rato ahí adentro.

- Te extrañare - confesé

El no cambiaba su expresión de tristeza.

- ¿De verdad no? – murmuro y antes de que siguiera seguir con su pregunta negué con tristeza

- Me encantaría, ya lo hablamos. Pero te estaré esperando aquí – sonreí – además ¿Quién piensas que salvara a la humanidad? – bromeé

El solo rodo los ojos divertido

Mi lugar favorito - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora