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Mara Bonnaire.

- ¡Buenos días señor Wilson! – sonreí ingresando a la habitación.

- Hola, doctora. – sonrió amable. 

Se encontraba con una mujer pelirroja de casi la misma edad, o eso creía yo. 

- Soy la Doctora Mara Bonnaire y estaré en su cirugía junto con el Doctor Aguirre.

- Dígame doctora... ¿saldré de esto? - pregunto con miedo. 

El paciente presentaba un tumor en el intestino delgado que estaba casi obstruyendo e inhibiendo su función normal. A demás, padecía hipertensión, entre otras patologías. Quería creer que saldría de esto y tenía mucha fe en el trabajo del doctor.

- Claro... usted solo tiene que estar tranquilo y pensar que quiere hacer al salir de aquí, ¿tiene algo en mente? - pregunte con curiosidad. 

- Pues... – pensó unos segundos – no tengo nada pensado aun, pero ya veré cuando despierte luego de la cirugía. – sonrió.

Escuche a la mujer suspirar y salir de la habitación. Fruncí el ceño, a lo cual el señor Wilson lo noto.

- Descuide doctora... es mi amiga, Alina. Aun no puede aceptar esta situación – su vista se posiciono en alguna parte de la habitación – y esto es difícil para ella.

- Lo entiendo... – asentí – bien, vendré luego a buscarlo.

Salí de aquella habitación y me quedé observando a la mujer, tenía algo extraño en su mirada. No sabía si acercarme o dejarlo ahí. Ella elevo su vista hacia mi dirección, se encontraba llorando. Suspiré con tristeza bajando mi vista y recordé mis otros pacientes.

El día transcurrió lentamente, no dejaba de pensar en la situación de aquel hombre. Esperaba con ansias que saliera de esto. 

Ya siendo la hora de la operación, me acerque a la mesa de entrada para poder guardar las carpetas de los pacientes que había atendido.

- ¡Doctora!

Elevé mi vista y una de las enfermeras de avanzada edad me sonreía con ternura a lo que le devolví el gesto.

- ¿si?

- La estuvo buscando un muchacho, hace un rato.

Fruncí el ceño confundida.

- ¿No le dijo como se llamaba?

- No, pero me dejo esto para usted... – me entrego un vaso con una tarjeta – Se veía muy atractivo y se encontraba muy interesado por verla. – movió sus cejas divertida – Me encanta que tenga un admirador secreto Dra. Bonnaire.

Sonreí sin entender nada de lo que sucedía. 

Una vez que la vi desaparecer lo primero que tome fue el vaso. Dentro tenia café, del que me gustaba y estaba segura que fue comprado en el bar de la esquina del Hospital.. Pero me daba intriga de saber quién me había dejado tal reliquia, tomé la tarjeta y sin dudarlo la abrí.

"No hay nada como una buena taza de café para estimular las células del cerebro. Espero que tu día este siendo leve" JPV

Abrí mis ojos sorprendida, "JPV", no conocía a nadie con estas iniciales ¿O si?

- ¡Doctora Bonnaire!

Voltee rápidamente hacia el doctor Aguirre.

- La estamos esperando.

- Si... – asentí con un susurro.

Guarde la tarjeta en mi chaquetilla y tome el café de una sentada. Lo necesitaba antes de ingresar a mi labor. Agradecía eternamente al tal JPV de haber pensado en que una buena taza de café era una gran idea para sorprenderme. Ya vería como iba a averiguar sobre su paradero.

Mi lugar favorito - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora