.20. tercera temporada

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Ingrese a mi casa cerrando la puerta con fuerza y camine a la sala. Aun me recorría por las venas aquel malestar contra Gabriela. ¿Cómo se atrevía a hablar así de el? ¿de quererlo muerto? Isaza Martin y Moncho me observaron con miedo cuando llegue a la sala. Apreté mis labios con fuerza y suspirando me tomé de la cabeza.

- Volví a golpear a Gabriela

- ¿Qué hizo qué? – Martin se sorprendía por mi accionar violento

- Les juro que, si villa se va, la voy a arruinar – asegure furiosa – la voy a buscar hasta donde este, no se va a esconder tan fácil y la voy a acabar como ella intento hacerlo con el

- Mara – Isaza se intentaba acercar a mí con miedo – debes tranquilizarte, esto no te está haciendo bien

- Claro que no me está haciendo bien – grite con gran enojo – claro que no, ustedes dicen que tengo que pensar en positivo y decir que él se va a despertar, pero yo no soy como ustedes – mis lágrimas caían una tras otra – yo no soy una persona normal, yo entiendo lo que pasa por su cuerpo, yo entiendo que complicaciones puede tener, que puede pasar, entiendo todo y ustedes me dicen ¿Qué me tranquilice? – fruncí el ceño molesta – esto no es fácil – susurre bajando mi mirada al suelo

- Lo entendemos – Moncho hablaba esta vez

- No, no entienden – los observe a los tres – él es su amigo, pero es el padre de mis hijos y es con quien quiero estar el resto de mi vida

- Mara – susurro Isaza

- Ustedes van a seguir teniendo a sus personas al lado, pero el mío esta prendido de un hilo para vivir – confesé – y ni siquiera puedo entrar a verlo, esta vez no es porque se lo prometí – pensé unos minutos – esta vez tengo miedo de entrar y verlo así, no quiero verlo así

Sentí la mirada de pena que tanto odiaba de las personas, en mis amigos. Ellos se acercaron y me abrazaron con fuerza. mis lágrimas caían una y otra vez, aquella angustia me consumía lentamente, me quitaba hasta las ganas de respirar.

- Estamos contigo – susurro Martin

- Jamás te dejaremos sola – Isaza beso mi coronilla – él sabe que te cuidaremos si se va

- Solo quiero que se quede conmigo – suplique

Ninguno de los tres dijo algo más, solo nos mantuvimos ahí abrazados. Como si fueran mis hermanos mayores.

- Ve a descansar – me sugirió Moncho – las chicas están arriba con los niños

- No son niños – comento Martin

- Bueno, están con nuestros hijos ¿queda mejor? – rodo sus ojos Simón, reí levemente

- Creo que iré a la sala de música un rato, quiero estar sola

Camine alejándome de ellos y cerrando la puerta de aquella habitación suspire secándome las lágrimas.

Fui a sus guitarras y por un momento quería que suene su voz en mi oído. Las acaricié y sonreí, parecía que sus huellas estaban ahí. Tragué en seco cuando vi su banjo, su amado instrumento. Aquel que lo hacía único en esa banda. Se encontraba reposando en el sillón de aquel pequeño cuarto, me senté a su lado y lo observé con determinación. Que sus cuerdas no sonaran me parecía una cruel tortura.

Fruncí el ceño cuando vi una caja azul en la repisa, jamás la había visto. La tomé y nuevamente me senté en el sillón para abrirla. Había varias cosas dentro. Sonreí cuando vi los pequeños zapatitos de cata, los primeros que habíamos comprado cuando supimos que era una nena.

Varios dibujos adornaban esa caja, tanto de Cata como de Mat. Guardaba cada cosa de sus hijos, era increíble.

"Querido papa Noel: No quiero regalos, solo quiero que mi papito este con nosotras en navidad y si puedes también, tráeme un hermanito para poder jugar. Gracias, te quiero mucho. Catalina Villamil Bonnaire"

Mi lugar favorito - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora