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Fruncí el ceño y luego de un suspiro abrí lentamente mis ojos. Parpadeé varias veces para poder ubicarme en el momento presente, sentí que me abrazaba con fuerza contra su cuerpo. Lo abrace por la cintura, me encontraba descansando sobre su pecho.

Elevé mi vista hacia el pude notar que no estaba dormido.

- Deja de hacerte el dormido – susurre divertida

El termino por sonreír y con sus ojitos verdes achinado me observo.

- Buenos días – sonreí y apoyé mi mentón sobre su pecho para poder observarlo de frente

- Buenos días – murmuro con su voz ronca – babeas mucho ¿se lo dije?

- Lo lamento, es lo que ha tocado – moví mis hombros divertida

El solo me movió para que quedara recostada sobre la cama y el encima de mí. Se inclinó hacia mí y me beso de forma agónica. Acaricie su cabello hasta llegar a su cuello y terminar por tomar de sus mejillas de forma tierna.

- Creo que me tendré que acostumbrar a esto otra vez – bromeo a lo que termine por reír

- Que mal que se haya desacostumbrado señor Villamil

- ¿me acostumbras otra vez? – movió sus cejas divertido

- Cuando quiera – sonreí y lo atraje hacia mí para besarlo nuevamente

- Creo que deberíamos de quedarnos aquí el día de hoy – sugirió divertido

Y termine por reírme por su ocurrencia.

- No me puedes mantener encerrada aquí – fruncí el ceño divertida

- ¿A no? – frunció el ceño divertido - ¿Esta segura?

- Muy segura, además, vendrán a buscarme

- Puede venir si quiere la policía, pero no dejare que se la lleven – sonrió victorioso y deposito un corto beso sobre mis labios

Me entretuve acariciando sus mejillas, era como una extraña manía que había desarrollado contra su piel. Tomo una de mis manos y la beso tiernamente.

- Amo acariciar tus mejillas – confesé con una sonrisa

- ¿A sí? – frunció el ceño divertido

- Si – asentí sin dejar de observar sus dulces ojos, aun no podía dejar de creer que estábamos así de juntos otra vez

- Que suerte ser el dueño de ellas

- ¿Puedes dejar tu narcisismo de lado? – hable ofendida – no puedo decir que me gustan tus mejillas porque te nace el ego

El achino sus ojos riendo de forma tierna, se acomodó a mi lado manteniendo su cabeza sobre su mano.

- A mí me gustan sus ojos – confeso con una sonrisa – me gustan sus labios

- A ti te gusta besar mis labios, que es diferente – reí y me acomodé de costado para observarlo de arriba

- También – afirmo – pero también amo la curva que forma cuando sonríes y tu risa

- ¿Poeta?

- Escribo canciones, ¿Qué esperabas? – murmuro divertido

- Esperaba que me beses – reí

Se acercó a mí y me beso con una sonrisa de por medio.

- También me gustan tus ojos – sonreí – es algo raro, pero me ponen nerviosa

Rio tirando su cabeza hacia atrás pero luego se puso serio para observarme fijamente

Mi lugar favorito - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora