.12. I . tercera temporada

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- Eso es trampa – murmure mientras observaba con determinación la televisión

- Aprende a jugar papa – Mat bromeaba

- Eres mi hijo, que yo recuerde le enseñe a jugar – comente

El lanzo una risa leve y ambos continuamos jugando a la play. Necesitaba estos momentos con él para desconectarme de muchas cosas de la realidad. Fruncí el ceño cuando ludmila se puso frente a la televisión.

- ¿Qué sucede? – deje el control sobre la mesita

- ¿catalina no se encontraba castigada? – cruzo sus brazos y frunció el ceño

- Si, ¿Por qué? – encurve mis cejas

- Pareciera que no lo esta

- No entiendo, Ludmila – me encontraba confundido

- Si se encuentra castigada porque está tocando el banjo en su habitación como si nada hubiera pasado

- Mi hermana tiene todo el derecho a tocar su banjo – Mat se levantaba del sillón con seriedad

- Pero es que si papa dijo que se encuentra castigada, ¿Por qué sigue haciendo eso? se supone que el castigo incluye no hacer nada de lo que te guste – bufo – si no, ¿Qué clase de respeto está imponiendo papa?

- Ludmila ¿porque no te callas?

- Mat – lo regañe con seriedad, no era manera de hablar

- Ni siquiera puedo estudiar – agrego bufando

Ludmila en parte tenía razón, pero no iba a hacerle eso a Cata, me quede en silencio frente a eso.

- Papa ¿de verdad dejaras que siga haciendo de las suyas luego de escaparse? – frunció el ceño molesta

Suspiré y bajando mi mirada al suelo negué, esta vez tenía razón. Me levanté del sillón y subí las escaleras para ir directo a su habitación. Cerré mis ojos con fuerza pegando mi frente sobre aquella madera, me odiaría, pero Ludmila tenía razón.

Toque su puerta y el sonido del banjo se detuvo, ingrese con seriedad a su habitación. Ella me observo curiosa y yo baje la mirada al suelo. Suspire e ingrese totalmente poniéndome frente a ella.

- ¿Qué sucede? – murmuro confundida

- Dame el banjo – susurre sin observarla

- ¿Por qué?

- Estas castigada, cata – la observe a los ojos esta vez

- Pero – balbuceo – no – negó rápidamente tomándolo con fuerza

- Vamos, Cata – tire mi mano para que me lo diera

- No, papa – sus ojos comenzaron a ponerse rojos y a mí me comenzaba a pesar todo

- Lo lamento, pero te encuentras castigada y ludmila tiene que estudiar

- ¿y qué? – grito y se hinco rápidamente con el instrumento – papito, no

- Catalina – esta vez debía ponerme serio – dame ese banjo – ella negó llorando – vamos

Ella frunció el ceño molesta y se acercó a tirármelo con fuerza, cerré mis ojos cuando se tiro boca abajo en su cama a llorar. Me sentía pésimo por hacerle esto.

- ¿sabes qué? – volteo a verme furiosa – regálaselo a ella ya que tanto lo quiere

- No hare eso – fruncí el ceño enojado

- No lo quiero - hablo con seriedad – no quiero nada que venga de ti

- Cata, no seas extremista – suplique, eso me había dolido

Mi lugar favorito - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora