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Me quede observando su cama, todo se encontraba en silencio. No podía ser real, esto debía ser una broma. Sentía que me descomponía en ese momento

- Papo – Isaza me llamo, pero aun no perdía de vista ese lugar, no podía reaccionar

Sentí que golpeaban con fuerza mis pantorrillas, me habido dolido. Voltee para decir algo

- ¿Pero qué? – molesto hable

- Con que aquí estabas

Quede estático cuando ella se encontraba frente a mí, se encontraba con el ceño fruncido sentada en una silla de ruedas y detrás suyo Nath, Alfred y Ana ocultando su risa. Ella se volvió a acercar a mí con la silla de ruedas pisándome los tenis.

- Oye – murmure molesto pero duro microsegundos que sonreí

- Guarda esos dientes Juan Pablo Villamil – se volvió a acercar de la misma manera desafiante e intento pisarme nuevamente

- Mara – murmuré asustado y retrocedí

- Encima retrocede – hablo indignada – ¿A dónde crees que vas? Vuelve aquí– volvió a acercarse y termine por subirme asustado arriba de la cama del hospital

- Creo que volvió con todo – murmuro divertido Isaza

Ella volteo con su silla para observar a mi amigo, el solo abrió sus ojos asustado junto con Simón

- Nos vamos afuera – Moncho sugirió tomando el brazo de Isaza asustado – grita por si necesitas ayuda – me observo – no le aseguro nada papo, pero quizás entremos a ayudarlo

Fruncí el ceño cuando los vi abandonarme de esa manera, se suponía que eran mis amigos, mis hermanos, pero frente a la primera batalla desaparecían. Eran unos cobardes.

Volví mi vista hacia Mara que rotaba aquella silla y me observaba con el ceño fruncido aun, relajé mis facciones observándola. Volvía a ver sus ojos mieles nuevamente y eso me hizo sonreí levemente, me encontraba como un gran estúpido observándola.

- Repíteme eso que me dijiste – murmuro molesta - ¿Qué era lo que ibas a hacer?, mira – levanto su mano molesta – mejor ahórrate las disculpas por haberme gritado porque debería de arrojarte ese maldito florero – señalo detrás suyo

Comencé a reír bajando mi mirada, había funcionado. No podía creerlo

- Ay por favor – murmuro molesta – encima tienes la delicadeza de reírte de mí, maldito – se acercó a la cama e intento golpearme, pero termine por tomar su mano

- Ey – me puse serio – se encuentra muy violenta

- ¿me encuentro violenta? Estoy furiosa Juan Pablo – comento observándome con su hermoso ceño fruncido

- ¿de verdad? – sonreí – puedo quitárselo, si quiere

Ella comenzó a tirar su cuerpo hacia atrás, sobre la silla y sonreí con más euforia. Comenzó a relajar su rostro pero sin perder ese enojo característico.

- No te libraras de mí, ni aunque me sonrías – murmuro y volteo su rostro – ni aunque utilices tus ojitos verdes, eres un ser despreciable

- Despreciable y todo me escuchaste – susurre orgulloso

Ella volvió a observarme, aun no soltaba su mano y tampoco me había bajado de aquella camilla.

- Pero claro que te escuche – contesto – ¿En qué cabeza cabe amenazarme con dejar la banda? ¿En dejar de hacer lo que amas? ¿estas imbécil o qué?

Reí y baje de aquella camilla poniéndome frente a ella, tenía que decirle que me iba a perder de verdad y tan solo ella volvería. Me arrodille poniéndome a su altura y mordí mi labio inferior, no podía creer que se encontrara despierta, no me importaba su enojo en este momento.

Mi lugar favorito - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora