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- Un capuchino, por favor. 

Sonreí levemente a aquel señor. Antes de hacer mi ingreso formal, debía desayunar y nada mejor que un café bien cargado para empezar el día. Le pase el dinero al señor y el apenado me observo.

- Lo siento señorita, pero, ¿no tendrá justo?

Abrí mis ojos con algo de miedo, no tenía más dinero que el que le había dado.

- Aquí tiene por el café de la señorita y del mío.

Voltee rápidamente a ver quién estaba pagando de mi desayuno, estaba dispuesta a pedirle por favor que no lo hiciera, que encontraría la forma de pagarlo yo misma, pero las palabras se las habían llevado el viento y simplemente me quede en silencio cuando sus ojos verdes se encontraron con los míos.

Trague saliva cuando el tomo ambos vasos y me sonrió levemente pasándome mi capuchino.

- No era necesario...  - comente, rose mis dedos con los suyos y sentí un pequeño choque de electricidad - Pero, gracias. - sonreí levemente y mostré mi vaso.

- De nada. - aun su mirada se encontraba sobre mí y yo solo quería salir corriendo - Juan pablo Villamil. -  murmuro con una leve sonrisa. 

Se estaba presentando atrevidamente y eso me gustaba. 

- Pero me dicen villa.

- Mara Bonnaire. - extendí mi mano.

El mostro sus dientes con una gran sonrisa aceptando mi mano de forma gustosa. 

Ambos caminamos hacia una de las mesas frente a la gran ventana que daba hacia la calle, se podía observar el gran hospital en la calle del frente. Punto a favor para mí, ya que el café que estaba saboreando se había convertido en el más rico que había probado en mi vida.

- Perdona la curiosidad pero...

Murmuro con el ceño fruncido y yo abrí mis ojos con atención.

- ¿Cuántos años tienes? No me malinterpretes, pero no pareces...

Reí levemente, me parecía tierna su curiosidad. Todo el mundo tenía esa duda. Una de las tantas a mi vida, había cosas que no concordaban con el gran rompecabezas que era.

- Veinticinco y solo soy residente por si era eso. - moví mis hombros divertida.

El solo rio bajando su mirada, pero luego volvió a observarme. Lo tenía a solo centímetros de mí y sin conocerlo ya quería besarlo. ¿En qué clase de persona estaba intentando convertirme este hombre? Acomode mi cabello detrás de mis orejas nerviosa. No tenía ni la menor idea de quien era y ya me estaba dando un leve dolor de cabeza.

- ¿Ya resolví tu curiosidad? - me atreví a preguntar.

- Una de las tantas. - confeso. 

Bien, era momento de salir a correr.

- Y ¿tu? - tome un sorbo de mi sabroso capuchino - Porque pareces de mas, déjame decirte. - bromee.

El solo se recostó sobre el asiento riendo de forma sonora, mis células se sintieron a gusto con ese sonido.

- Es tan solo la barba... - se excusó acariciando su mentón con victoria - Pero déjame decirte que tenemos la misma edad.

Sonreí, no podía dejar de hacerlo.

- ¡Perro, aquí estabas!

Ambos elevamos nuestra vista y el hermano de mi paciente se acercaba a nuestra mesa.

- Moncho, me encontraste. - se reincorporo y su tono de voz cambio de forma automática.

- ¡Hola! - me sonrió y tomo asiento frente nuestro - Soy simón, el hermano de...

Mi lugar favorito - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora