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Mara Bonnaire

- ¿En qué piensas?

Ana se colocaba frente a mí y me observaba con gran curiosidad. Luego de haberlo visto a villa en el centro comercial, junto a Isaza, y haber dicho mi confesión del amor romántico y sincero, mi cabeza dio paso a la imaginación. Estaba por colapsar de como Disney había hecho un paraíso junto a él.

No estaba bien que me ilusionara con algo que no pasaría ya que solo me veía como una amiga y eso era frustrante.

- Solo pensaba en cosas del trabajo... ya sabes.– moví mis hombros como si nada, seguí revolviendo la salsa.

- Estas pensando en Villa, ¿cierto?

Vire mis ojos hacia ella, odiaba cuando me sonreía así. Daba siempre en el blanco y hasta Nath, que en este último tiempo nos habíamos hecho más amigas, se complotaban para hablar de el, frente a mí.

- ¿Qué? – murmure nerviosa con el ceño fruncido.

- No hace falta que ahora me mientas Mar, tan solo mírate...  – me señalo – te pones nerviosa con solo escuchar su nombre.

- No es cierto. – Apagué el fuego y me dispuse a sacar las masas para pizzas que se estaban cocinando en el horno.

- Escucha... – esta vez se encontraba a mi lado – puedes mentirle a los demás, que no te conocen mucho, pero a mí... – se señaló – no.

Suspiré con resignación. No podía mentir, no podía disimular y eso hasta Isaza se daba cuenta. Era un desastre. No podía simplemente no estar a su lado, me sentía como en casa y eso ninguna persona me había hecho sentir. Era mágico.

- Es que... – murmure y la observe haciendo puchero – jamás se va a interesar en mi.

Ella solo rio con negación.

- Es frustrante esto, Ana. – bufe – Sentir tanto por el y que no pase absolutamente nada.

- No es frustrante, de hecho, es lo que esperaba que me dijeras y lo que la espera que le digas.

- No creo que él quiera algo conmigo...  – moví mis hombros, me sentía una pequeña insignificante – y tampoco quisiera acabar con nuestra amistad por esto.

- Mara, ¿puedes dejar ya de evitar lo que sucede? – frunció el ceño enojada.

- No evito, solo soy realista. – comente moviéndome de un lado a otro por aquella cocina.

- ¿realista? Tú no eres realista Mara, tu solo esquivas lo que sucede entre los dos. – su voz se tornaba molesta – Ambos saben que se gustan y no dan el paso. Tan solo dilo, y ya.

La conversación solo quedo ahí ya que Ana termino por cambiarla por algo sin sentido.

Las noches en Bogotá eran hermosas pero esta vez tenía algo raro, iba a llover. Lo bueno era que Ana se quedaría, el no dormir sola me tranquilizaba. Odiaba las tormentas en solitario.

Al terminar de cenar, limpiamos y ordenamos todo. Amaba cocinar y que disfruten de las comidas que hacía, mi prima me felicitaba por décima vez por aquella pizza exquisita que le había preparado.

- ¡Ana!

Fruncí el ceño y la observé se encontraba de la misma manera que yo.

- ¡Ana, soy yo!

La voz de Isaza se escuchaba fuera de mi casa. Camine rápidamente hacia el balcón, esto debía ser una broma, pero no.

Ahí se encontraban Isaza y villa con sus guitarras.Sentí la presencia de Ana a mi lado y yo solo me alejé un poco de la baranda dejándola disfrutar de aquella pequeña serenata.

Mi lugar favorito - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora