.1. tercera temporada

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Entre en silencio, quería que fuera una sorpresa. Deje mis maletas y el banjo en el suelo y camine por la casa sin levantar sospechas de que me encontraba ya en Bogotá. Hacia dos meses que había salido de gira con los muchachos y ya era hora de regresar.

Abrí mis ojos con miedo cuando Apolo se acercó a mi emocionado moviendo la cola.

- No chico – susurre con suplica – no ladres, por favor – el salto sobre mí con emoción, acaricie su cabeza, pero suplicaba que este perro no me delatara con mis hijos

Camine hacia la sala y levante la mano en forma de saludo a mi madre que se encontraba en el sillón leyendo, le hice señas de que no dijera nada y ella sonrió levemente y volvió su vista al libro como si nada hubiera pasado. Lentamente me acerque al sillón y con mis manos toque sus hombros.

- ¿Qué es lo que estás haciendo?

Mateo se levantó rápidamente del sillón soltando el control de su play, asustado. Comencé a reírme como un niño al ver a mi hijo en ese estado.

- Papa – frunció el ceño molesto, pero termino por acompañarme en la risa

se acercó a mí con rapidez para abrazarme con fuerza por la cintura, bese su coronilla. Estaba feliz de estar en casa nuevamente, los extrañaba tanto cada vez que me iba.

- ¿Cómo has estado? – pregunte separándolo de mi – no te veo desde

- Antes de ayer – bromeo - ¿mama sabe que estas aquí? – pregunto curioso

- Am – apreté mis labios y abrí mis ojos con sorpresa, reí levemente – no se lo vayas a decir aun, es sorpresa

- Está bien – se acercó a mí y volvió a abrazarme con fuerza – te extrañe mucho

- Y yo a ti campeón – comente y suspire con tranquilidad – y yo a ti

Salude a mi madre con emoción, la había extrañado también. Ella se quedaba con los niños cuando Mara iba a su trabajo y estaba más presente cuando salíamos de gira con los muchachos. Aun con los años, la banda funcionaba de maravilla, pero también, todo era posible gracias al apoyo de las chicas y las fans que aún seguían ahí. Ella se despidió de nosotros y nos dejó solos a mis hijos y a mí.

- ¿Y cata?

La busque por todos lados, mi arañita ya no era una arañita pequeña ya tenía dieciséis años y todo esto comenzaba asustarme aún más.

- Arriba, tenía tarea – hablo Mat como si nada y volvió a su lugar

- Bien – asentí – llevare mis cosas y bajo a jugar un partido, ¿le parece?

- Si – grito con emoción

Reí levemente y busqué mis cosas para subir a la planta alta. Escuche su banjo sonar, estaba tocando una canción nuestra. Sonreí frente a eso, me sentía orgulloso de que ella experimentara con la música y que se sintiera feliz. Mara decía que seguía mis pasos y no me negaba a eso, pero también sabía que tenía que poner de sí misma en el colegio para continuar con la locura de la música. Deje las cosas en la habitación y camine con mi banjo hacia su puerta que se hallaba entre abierta.

Se encontraba tocando las partes de "cuando nadie ve", un tema viejo de Morat. Tome mi banjo y comencé a acompañarla sin que se diera cuenta. Por un momento la música dejo de sonar y su banjo no se volvió a escuchar. Reí levemente, ella volvió a tocar su banjo haciendo la misma nota de la canción y yo la acompañe.

Nuevamente dejo de sonar la melodía y espere a que se diera cuenta que me encontraba aquí. Deje el banjo a un lado y escuche que la puerta se abrió del todo y me apoye contra la pared con una sonrisa.

Mi lugar favorito - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora