.17. segunda temporada

1.4K 96 58
                                    

Me frote los ojos, me había quedado dormida. Note que había anochecido, me levante de la cama como pude. Hoy era de esos días que quería acurrucarme y dormir nada más. Mi cuerpo cada vez se encontraba más agotado, mi mente igual pero no podía descansar aun, tenía una hija. Me rehusaba a hacerle lo mismo que me hizo mi madre.

Bajé las escaleras y fruncí el ceño al notar el silencio dentro de la casa de mi padre. Camine hacia el jardín, solo se veían las estrellas y la gran luna que iluminaba el lugar.

Voltee para volver a ingresar a casa para seguir buscando a mi familia y me asuste al ver a villa parado detrás de mí. Se encontraba tan lindo con un pantalón azul claro y una camisa azul, el cual tenía los primeros botones abiertos.

- ¿Qué haces? – pregunte con seriedad

- Debemos hablar – comento con tranquilidad

- ¿Dónde están todos?

- Todos salieron – puso sus manos en los bolsillos – así podíamos hablar con más tranquilidad

- Tu y yo no tenemos nada de qué hablar – me defendí e intenté caminar hacia adentro a lo que él se interpuso en mi camino - ¿Qué? ¿me vas a obligar a hablar contigo ahora? – lo observe fijamente

- Mara – murmuro

- No intentes nada – pedí molesta – ¿Por qué no te largas de una buena vez?

- No me voy a ir – hablo tan seguro

- ¿no? – me cruce de brazos – cierto, me había olvidado: tú ya te fuiste – susurre con dolor

Esta vez logre mi cometido e ingrese a la casa dejándolo solo fuera. No quería hablar con él, no quería que dijera que me amaba porque ya no tenía ganas de escucharlo.

- Mara, por favor – suplico detrás de mí – no puedes escapar de mi

- Si puedo – voltee a verlo – puedo escapar, puedo irme, puedo hacer lo que yo quiera

Él se quedó observándome fijamente.

- No eres el único que puede irse cuando quiere, villa

- Mara – susurro, su rostro reflejaba tanta confusión – me equivoque, me arrepiento y estoy aquí para remediar mis malditos errores – su tono se escuchaba desesperado - pero tu estas extraña – sus ojos intentaban encontrar algo que no sabía que era - tu jamás hablarías así, ni – se quedó en silencio

- ¿ni qué?

- Ni me abandonarías – murmuro por lo bajo

Me quede en silencio frente a eso y el mundo comenzó a desmoronarse bajo mis pies. Recordé cada momento cruel, recordé mi cuerpo con sangre y mi llanto desgarrador. Las suplicas de Isaza, mi enojo, la voz de Gabriela y lo peor: su indiferencia con nuestro hijo.

- Tú me abandonaste cuando más te necesité – confesé

- No entiendo – negó y note como su voz se tambaleaba – estoy intentando saber qué fue lo que te sucedió, intento encontrarte, pero no estas – se acercó a mí, podía ver sus ojos verdes oscurecerse por la escasa luz. Su rostro reflejaba suplica, pero yo no tenía piedad dentro de mí - ¿Dónde estás, mi amor?

- Muerta – susurre observándolo a los ojos – estoy muerta y si estoy de pie es por mi hija y por mis amigos, no por ti

Note que su respiración aumento, pero aun no cambiaba el rostro de confusión que tenía. No se había alejado tampoco de mí y yo quería seguir viéndolo de cerca para decirle que había sucedido con nuestro hijo.

- ¿Por qué no me preguntas que sucedió con tu hijo? – murmure curiosa, quería saber porque en todo este tiempo jamás se preocupo

- ¿Qué hijo? – pregunto con el ceño fruncido, elevo su voz

- ¿Cómo que, qué hijo? – pregunte cínica - ¿tu novia no te lo dijo?

Él se quedó sin entender, en silencio, voltee y camine por la sala. Ya que quería hablar, lo íbamos a hacer. Voltee a verlo con desafío, el intentaba entender mis palabras.

- ¿de qué hijo hablas? – su voz se tornó temerosa

- Pensé que te había dado el análisis de laboratorio que le di el día que fui a nuestra casa a buscarte – hice énfasis en eso ultimo – y me atendió nuestra puerta – me rompía por dentro pero no dejaría que lo vea

el comenzó a relajar sus facciones de confusión frente a lo que confesaba.

- ¿estas embarazada? – pregunto con un hilo de voz

- No – hablé observando un punto fijo de la sala – lo estaba – lo dije con un hilo de voz, comenzaba a caer en cuenta en todo – lo estuve en un momento – mis lágrimas comenzaron a caer

- ¿Qué? – murmuro sin poder creer

En mi cabeza la secuencia de sangre se volvía a dar.

- Me dolía la panza y – no sabía que sucedía conmigo, pero la angustia me atacaba una vez más, comenzó a dominar mis palabras – me doble del dolor – trague saliva mientras mis lágrimas caían lentamente por mis mejillas – y vi sangre salir de mi

Sentí que limpiaban mi rostro, llevé mis ojos mieles hacia él. El también se encontraba llorando, pero él no entendía el sufrimiento que tenía por dentro, lo que se había roto y no podía arreglar.

- Y tú no estabas – murmure – tu no estabas ahí villa – lleve mis manos hacia las suyas y las quite de mi piel – y yo te necesite más que a nadie en ese momento, pero tú no estabas

- Yo

- Tú estabas con Gabriela – lo interrumpí y lo observe a los ojos, vi cómo se rompía y a mí me dolía más que cualquier otra cosa – espere que al menos me dijeras algo, todos los días que te veía esperaba que al menos me preguntaras como me sentía con él bebe adentro pero tu solo me observabas, me dabas un beso en la frente y te ibas – mis lágrimas esta vez no daban tregua

Él se había quedado en silencio, sus lágrimas caían al igual que las mías. Parecíamos dos niños lastimados cruelmente, la vida nos había golpeado. En su estado de shock tomo asiento en los sillones, se tomó la cabeza y se rasco el cabello nervioso.

- ¿Por qué cuando te lo pregunte no me lo dijiste? – elevo su vista hacia mi

- Isaza te llamo villa, le pedí que lo haga porque te necesitaba ¿y que estabas haciendo tú? – fruncí el ceño enojada – durmiendo con Gabriela

- ¿y cuando te lo pregunte nuevamente? – se hinco enojado del sillón y se acero a mí - Te lo pregunte un montón de veces, le pregunte a Isaza que sucedía y

- ¿Hubiese cambiado en algo? que te lo dijera no iba a cambiar nada – susurre observándolo a los ojos – no iba a hacer que él bebe vuelva a mí, ni que yo me sienta bien

Él se quedó en silencio observándome, llevo su mano a mi rostro y limpio mis lágrimas.

- ¿Qué viniste a buscar aquí? – murmure - ¿de verdad crees que vas a encontrar a alguien que se murió en tu ausencia? – el trago saliva

- Mara, perdón – suplico – perdóname – su voz comenzó a congestionarse por sus lágrimas y yo comencé a negar una y otra vez – por favor, perdóname

Cerré mis ojos con fuerza cuando se arrodillo ante mí y me abrazo por la cintura, escuchaba su llanto de niño y a mí me dolía el alma por esto. Me rompía mas esto que cualquier cosa, pero no podía revivirme, no podía hacerme volver a él.

- Lo siento – murmure e intente que sus manos soltaran mi cintura – pero no puedo perdonarte

Cuando lo hice, me alejé de el de forma automática y aunque me rompiera en mil pedazos aún más de lo que ya estaba, esta vez no había vuelta atrás. 

Mi lugar favorito - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora