La tormenta había cesado, pero la lluvia continua todavía empapando las calles de Seúl, para disgusto de Yoongi. Le encantaban sus paseos matutinos con Lobo, pero cada paso afuera era solo un dolor en el culo con este clima.
Se bajó la cremallera de la chaqueta mientras subía las escaleras, desabrochó la correa de Lobo y abrió la puerta, encontrando a su sumiso arrodillado junto al perchero, justo donde lo había dejado.
-¿Has estado bien?- pasó tres dedos sobre el cabello ligeramente despeinado del hombre, colgando su chaqueta.
-Hm- Seokjin de sentía como si estuviera sobre alfileres y agujas. Sabía que Yoongi se había ido por veinte minutos como siempre, pero se había sentido mucho más tiempo, sentado solo en la tranquila sala de entrada. Y ahora que había regresado, oliendo a tierra mojada, aire fresco y cuero, todo lo que quería hacer era levantarse y abrazarlo- Fui bueno.
Yoongi se quitó las zapatos, se quitó el gorro y el tapabocas, colocó la correa en el tocador, sacó una golosina de su bolsillo y la metió entre sus cálidos labios.
-Bien hecho- chasqueando los dedos camino a la sala de estar- Puedes servir el desayuno.
Seokjin sorbió la nariz, la empujó contra el hocico de Lobo cuando el perro lo saludó con la cola moviéndose y se puso de pie para ir a la cocina, con las piernas ligeramente rígidas. Se subió el pantalón suelto del pijama y se aseguró de hacer una gran litera alrededor del cráter feo en el hermoso piso de madera, la culpa llenó sus entrañas de inmediato.
Había una nueva hoja de papel en la nevera. Los cuadrados eran más precisos ahora y con tinta negra en lugar de lápiz, porque Yoongi los había dibujado él mismo. 28 de ellos, durante cuatro semanas completas. Encima de los cuadrados estaban los días de la semana escritos con letra elegante, y encima de eso, las palabras de aliento: ¿Quieres ser bueno para mí?
A Seokjin le gustó la nueva hoja de papel. Sabía que se suponía que debía hacer una cruz azul por cada día que había sido bueno. Y después de cuatro buenos días seguidos, obtendría una recompensa especial. Ciertamente más pantalones de pijama, o paseos en la motocicleta.
También sabía que tendría que sentarse en la silla más temida de la casa, los días que no podría tachar un cuadrado. Esa era la nueva regla. Pero a Seokjin no se preocupó por eso, simplemente se comportaría.
También había un post-it amarillo en la puerta del refrigerador, para recordarle que ya no recibiría tres llamados de atención por preguntas sin respuestas. El pequeño papel decía en palabras explícitas:
¡RECUERDA!
1er llamado de atención - Advertencia
2do llamado de atención - Tiempo de espera en silencio
3er llamado de atención - Pierdes un privilegio