♡Capítulo 57♡

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Escuchar aquellas palabras de Renata todo su mundo se detuvo, era como si una bomba de felicidad explotara dentro de ella.
Los doctores habían dicho que Diego probablemente no despertara y daban bajas expectativas, era un milagro que el despertara, de inmediato sus ojos se cristalizaron y varias lágrimas rodaron por sus mejillas.

-¿Madi que pasa?- dijo Erick al ver su reacción.

-Él... Él despertó- dijo en murmullo

Erick suspiro aliviado al saber que no era nada malo, la abrazo con un brazo ya que en el otro tenía a Mateo y beso su frente -Todo esta bien ahora...- murmuró a su oído.

Ella correspondió a su abrazo y pudo soltar muchas más lágrimas en su pecho, era como liberarse de una enorme carga, le aliviaba saber que su padre ya no estaba en peligro.

-Vamos te llevo al HOSPITAL- dijo Erick -No llores más... Si tu papá te ve con los ojos rojos se preocupará - murmuró y limpio sus mejillas, deposito un beso en una de ellas y sonrio. Seguidamente tomo su mano ya caminaron al auto.

Sentir el apoyo de Erick en esos momentos era único. Sentir su calida mano junto a la de ella, la hacía sentirse protegida, feliz y amada. Él era único chico que la podía hacer sentir así, sentir una oleada de sentimientos, sentirse nerviosa y tranquila a la misma vez. Nerviosa del por que pasara y tranquila porque sabia siempre contaría con hombre en el cual apoyarse, respirar y seguir adelante, sentimientos que no se pueden explicar con palabras.

Momentos después se encontraban en el hospital, Madi estaba corriendo en dirección a la habitación de Diego, la puerta de esta se encontraba media abierta y con apuro entro. Lo primero que pudo ver fue a su padre recostado en la cama hablándo con Amanda, quien mostraba una sonrisa de oreja a oreja.
Que su esposo volviera a abrir sus ojos luego de tanto tiempo la hacía muy feliz, ella había prometido amarlo en la salud y en la enfermedad y eso había hecho.
Diego eran un hombre de mente cerrada, pasaba ocupado todo el tiempo, aún si nunca se negaba a charlar con ella todas las noches. Sin importar lo cansado que estuviese, él siempre le contaba lo que había hecho en el día y lo mucho que la había extrañado. Llegar a casa, recostarse por las noches y no observar a nadie a su lado había sido muy duro, no lo habría soportado más. Despertar y no recibir su beso de buenos días, la torturaba todos estos días...

Verle despertar la hacía la mujer más feliz del mundo, ni el día de su boda se había sentido tan feliz como ahora.

-Madi llegaste...- murmuró y limpio sus lagrimas -Ven...- la joven se acercó a sus padres y sus ojos de llenaron de lágrimas al instante al ver a su padre de tan cerca -Madi se estuvo encargando de la empresa todos estos días... Espero y le muestres tu gratitud cariño - añadio Amanda.

Madi no pudo resistir más y se lanzó a los brazos de su padre como una niña pequeña, necesitaba un abrazo de su padre. Lo necesitaba más que a nada.

Amanda, observo a sus hijas y les hizo un gesto para que salieran, ella sabía muy bien que Madi más que Renata y Diana, era la que más cercanía tenía con su padre, aun que eran a los que ojos ajenos los que más distanciados parecían.
Madi era única, era una niña que aún por más alejada la intenten mantener, buscaba la manera de acercarse y buscar un lugar en los más profundo del corazón de la gente.
Diego fue a la que menos cariño demostró en la infancia, pues con ella se vinieron abajo sus sueños de tener un hijo varón, era a la que menos veía y con la que nunca jugó, la única lograda de esto era Diana ya que Diego era un amante del fútbol, Renata por su parte era más recatada y le gustaba jugar al te. Madi por su parte siempre jugaba juegos extraños como por ejemplo le gustaba poner las corbatas de Diego a sus osos de peluche y les contaba historias raras.
Amanda pensaba que ella sentía que al ponerle la corbata de su padre lo sentía más cerca y así se imaginaba que hablaba con él.
Madison todas las veces que llovía y la luz se iba, se metía al cuarto de sus padres y se escabullía bajo las sábanas de ambos.
A la mañana siguiente se sorprendía al ver a Madison durmiendo sobre el pecho de Diego.
Este miraba con cierta ternura a la niña, después de todo era su hija y aunque Amanda le decía que la fuese a recostar a su cama, su esposo negaba y la deja dormir un poco más, aún que esto implicaba llegar tarde al trabajo.

Amor sin Contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora