109. Las puerta negras

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—Pero qué me estás contando... —murmuro yo, Aah me da bastante miedo. Hay algo verdaderamente malo él, una cosa que me produce una inquietud que me agita las tripas de mala manera...

Aah sonríe de oreja a oreja, una boca demasiado larga para que pueda pertenecer a una persona normal. Se retuerce en su rostro como un gusano moviéndose en la tierra y tengo ganas de huir, pero no hay ningún sitio a donde pueda escaparme. Y si lo dejo solo con el corazón... ¡A saber qué maldades hará!

—Tú me estás saliendo bastante cara, Sabela... —me dice él, la sonrisa se le borra del rostro. Ahora hay una brutalidad poco humana, es la cara que tendría la oscuridad de tener una.

—Perdón... —le digo.

¡¿Pero por qué me estoy disculpando con el monstruo ese que quiere comerme el alma?! Me señala con una de sus manos: no tiene nada de carne, con una uña larga y terminada en punta. Su cuerpo es igual: sin nada de carne, es como un esqueleto vestido con una piel humana.

—Pero al final te comeré, también a tu hermana, a tu madre, a tu hija, a todos los habitantes de esta isla... —me dice él, acercándose a mí y doy un paso atrás. Se está volviendo más alto a cada paso y sus ojos son pura oscuridad.

—No tienes por qué hacerlo... —le digo y él asiente con la cabeza... ¿está de acuerdo conmigo? Lo dudo mucho, no creo que me deje en paz justo ahora... Aunque sería genial que lo hiciera.

—No, supongo que eso es cierto. Pero de todas maneras quiero hacerlo, me encanta el sabor de las almas... y me gusta acumular poder, ¿y por qué pensaría en parar justo ahora? No, Sabela. Mientras siga vivo, seguiré devorando almas. Si quieres pararme, tendrás que acabar con mi vida —me dice, terminando en un susurro. Sus ojos, sus ojos son una oscuridad espesa en lo que no brilla nada. Aparto la mirada, no quiero que la negrura que allá habita me atrape... creo escuchar susurros que vienen de allá dentro...

—¿Por qué lloraste cuando viste la luna? ¿Es por qué te recordó a Luna? —le pregunto, eso me parece bastante importante y además está bien cambiar de tema, que todo eso de que quiere comerse mi alma no me gusta nada. Eso sería... ¿cómo morir en la muerte...?

—Luna... Mirar la luna llena me hizo recordar todos los fracasos que tuve al intentar devolverle la vida... —comenta Aah, con desinterés, pero... ¡Esto también es importante! Quizás podamos llegar a algún entendimiento y... puede que se desvanezca como Rodrigo, ¿no?

—¿Tus fracasos...? —le pregunto y él asiente con la cabeza, me mira de nuevo con aquellos dos ojos tan grandes... tan inquietantes... tan llenos de susurros... quizás por eso normalmente los lleva cosidos...

—Sí, con el poder que tengo es fácil crear una imitación de Luna —comenta y me enseña la palma de su mano: en ella parece una pequeña moura que reconozco como Luna, le sonríe a Aah y agita la mano.

—¿Aah? ¡Qué alegría verte! ¿Hace cuánto que no hablamos? —pregunta Luna y, la verdad, es que el parecido es bastante grande... pero ella es bastante pequeña...

—Una Luna que hable como ella, que actúe como ella, que luzca como ella... pero eso no es suficiente... el sabor de su alma no era comparable al de la verdadera —dice Aah y... ¡Se tira la pequeña Luna a la boca y comienza a masticar! ¡Puedo escuchar los chillidos de la moura en su interior! Por fortuna, pronto terminan...

—Tú... ¿La quieres resucitar para comértela de nuevo...? —pregunto temblando de pies a cabeza, eso ya no es algo que pueda entender...

Él asiente con entusiasmo... vaya cosa por la cual sentirse entusiasmado...

—Sí, su alma fue la más sabrosa de todas... Así que desde hace muchos años intenté recuperarla. Para hacerlo, fui hasta el Río de las Almas y abrí las puertas de la Ciudad Eterna. Como las almas siempre se marchan por ahí, creí que sería capaz de encontrarla de nuevo. Pero lo que arranqué del otro lado de las puertas fue... otra cosa... —dice Aah, con tono sombrío... y creo que está... ¿asustado? Oh, no... ¡No quiero conocer algo que pueda darle miedo a alguien tan terrorífico como Aah!

Las 900 vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora