CAPÍTULO 2

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6 AÑOS

Me gustaba mucho este nuevo barrio y también la casa grande. Ya no teníamos que estar apretados, aunque, a veces, echaba de menos tener a mis hermanos durmiendo cerca y, cuando me despertaba por las noches, me metía en la cama de Liam. A él le ocurría lo mismo y o se metía en mi cama o se iba a la cama de Andy o de Dave, así que yo buscaba a Charlie o a alguno de mis hermanos.

Todavía no habíamos empezado el colegio nuevo y eran los últimos días de vacaciones de verano.

Como cada tarde, estábamos jugando en nuestro jardín. Dave estaba intentando enseñarnos a Liam y a mí cómo batear. A mis hermanos siempre les ha gustado el beisbol y podíamos pasarnos horas y horas jugando. A Liam y a mí nos pusieron una bola en la mano antes de empezar a caminar.

Poco a poco iban llegando nuevas familias para habitar las casas que papá había construido. Cada vez que veía un camión de mudanzas, me acercaba para ver a la nueva familia e imaginarla ocupando la casa de los planos que yo había visto tantas veces en la oficina de papá. Conocía de memoria cada una de ellas.

Esa fue una de esas tardes, tres casas más abajo en nuestra misma calle.

- Nicky, si no me escuchas no aprenderás nunca - me regañó Dave al verme mirando el camión ensimismada.

- Ha llegado una familia nueva- digo señalando la casa con el camión de mudanza en la puerta.

Dave y Liam miraron hacia donde yo estaba señalando.

- Y, ¿quieres ver quiénes son? - preguntó Dave con una sonrisa. Ellos siempre han seguido todas mis manías. Asentí con la cabeza y Dave nos cogió a Liam y a mí, cada uno de una mano y nos acercamos a intentar ver a la familia.

- ¿Dónde vais? - Charlie nos encontró por el camino. Venía de estar con algunos nuevos amigos.

- Nicky quiere ver a la familia nueva- Andy no necesitó dar más explicaciones y Charlie se unió a nosotros para acercarnos a mirar.

Una señora indicaba a los operarios de la mudanza por dónde debían ir llevando sus muebles mientras un niño correteaba entre ellos también molestando a su madre.

- ¡Jason! ¡Estate quieto de una vez! - regañó la mujer nerviosa. El niño no hizo caso y continuó molestando mientras ella continuaba gritándole sin parar.

- ¡Señora! Si el niño no se está quieto no podemos trabajar - se quejó uno de los operarios. La mujer reparó en nosotros, que mirábamos la escena desde la acera.

- Y ¿Vosotros qué queréis? ¿No tenéis nada mejor que hacer que fisgonear? - dijo la mujer regañándonos a nosotros también.

Charlie tenía la habilidad de manejar todo tipo de situaciones para que nosotros terminásemos pareciendo buenos niños independientemente de nuestra travesura y, aunque en este caso no estábamos haciendo nada malo, se apresuró a poner en marcha su ingenio con los adultos.

- Perdone señora, he visto que tienen mucho trabajo y el niño está inquieto. Nosotros estamos cuidando de nuestros hermanos pequeños, si quiere, su hijo podría quedarse un rato jugando con ellos. Nosotros lo cuidaríamos - Charlie nos fue señalando a medida que hablaba de nosotros. Dave puso cara de responsable y Liam y yo de buenos niños, tal y como nos habían enseñado a hacer cuando hablábamos con los vecinos.

- Me vendría bien tenerlo entretenido. ¿Cuánto cobráis?

- No tiene que pagarnos nada, ya le he dicho que tenemos que cuidar de los mellizos igualmente, no nos importan que su hijo se quede jugando con ellos- puede que cualquier otro se habría aprovechado de la señora, pero no Charlie.

El quinto hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora