CAPÍTULO EXTRA: CHARLIE 10

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CHARLIE (PARTE 10)

No es la primera vez que estoy en su apartamento y esta no es menos incómoda que la primera.

Madison se va a su dormitorio y me quedo esperando en el salón hasta que la veo aparecer con un vestido granate que le favorece resaltando sus curvas.

Me quedo sin palabras al verla y solo reacciono cuando se me queda mirando.

- ¿Qué? ¿no voy bien?

- ¿Qué? No, sí, digo, sí, estás muy bien, me refiero que sí vas bien- Ahora quedo como un idiota al no ser capaz de decir una frase completa.

Salimos del apartamento para ir a cenar.

Es la primera vez que estamos los dos solos desde el día que me dio su currículum en su apartamento, después, en casa, siempre han estado los chicos en alguna habitación cerca.

Nuestra conversación durante la cena gira en torno a ellos, como siempre es lo que tenemos en común.

Llegamos al cine y dejo que ella elija la película, al fin y al cabo, Dave prácticamente la ha obligado a salir conmigo esta noche.

- ¿De verdad tenemos que ver una comedia romántica? – Madison asiente.

- Estoy cansada de ver películas de acción en tu casa. Has dicho que me tocaba elegir, ¿no?

- Sí, claro.

Al salir del cine vamos comentando la película.

- Solo digo que estas historias son pura fantasía, es imposible que eso ocurra en la vida real- defiendo mi argumento para convencerla de que son historias imposibles.

- ¿No crees en el amor? – pregunta seria.

- Eso no es la cuestión.

- Sí es la cuestión, estas historias se basan en amores incondicionales.

- Sí creo en el amor, pero no en un amor romántico como ese. Yo quiero a mis hermanos, creo que eso es amor incondicional, pero no sé si es posible amar a alguien que no sea de mi familia de esa manera.

- ¿Nunca has estado enamorado?

- ¿Yo? nunca he tenido tiempo para eso.

- Charlie, enamorarse no es algo que uno anote en una agenda como una cita con el arquitecto o con los inversores. Es algo que sucede todo el tiempo.

- Tú, ¿Crees en el amor romántico de esa manera?

- Claro que sí. Mis padres estaban enamorados y mis abuelos también. Siguen juntos después de más de cincuenta años juntos.

- Quizá ese sea mi problema, nunca vi a mis padres enamorados y, bueno, no tengo muchos más referentes.

- No quiero que te tomes a mal lo que voy a decirte. Realmente me parece admirable lo que haces por tus hermanos y sabes que te aprecio de verdad, pero deberías pensar un poco en ti de vez en cuando. Solo vives para trabajar y para ellos.

- ¿Estás dando la razón a Dave?

- Quizá un poco- se queda un segundo pensando- ¿Sabes qué? No tenemos que volver todavía. Dave está con los pequeños y te ha dado la noche libre, así que vamos a aprovecharla.

Casi me arrastra hasta una discoteca.

- Madison, creo que has pasado por alto que tengo solo veinte años, no tengo edad para entrar ahí.

- Tranquilo, no nos van a preguntar. Pareces más mayor y yo sí que tengo edad para entrar- me dice confiada dirigiéndose a la puerta sin hacer caso de la cola para entrar. El portero la saluda con confianza y ella habla con él un minuto presentándome como su jefe.

Me saluda sin pedirme el carné, tal y como ella había dicho y quita la cadena para dejarnos pasar.

- Es Diego, mi vecino, te dije que no habría problema- me sonríe y me arrastra de la mano hasta la barra, donde pide dos bebidas. Miro la mía con sorpresa- No me pongas esa cara, soy la niñera de tus hermanos, no la tuya. ¿Puedes gestionar una empresa tú solo y no puedes tomarte una copa?

- Bueno, la ley me permite gestionar la empresa, pero no beber alcohol- digo encogiéndome de hombros con una sonrisa.

- Bueno, pues esta noche, vas a transgredir las leyes un poquito.

Su idea de transgredir las leyes es bailar hasta casi la hora de cerrar y tomar una copa tras otra.

El tiempo se ha pasado volando y no recordaba haberlo pasado tan bien en años.

Salimos a la calle y comenzamos a caminar hacia su apartamento. En un momento tropieza con sus tacones en un bordillo de la calle y la sujeto por la cintura para que no caiga. Ya no la suelto hasta que llegamos al apartamento, en contra de sentirlo raro, me parece que tenerla tan cerca de mí es lo más natural.

- No pienses ni por un segundo que vas a irte así a casa. No puedes conducir- me dice cuando intento despedirme de ella.

- ¿Vas a ponerte mandona conmigo? – bromeo sujetándola.

- Solo si me obligas- me desafía mirándome a los ojos.

Nuestras caras están tan cerca que puedo sentir su aliento. Miro sus labios y sé que no tengo opción. Quiero besarla, pero es Madison, no es una chica cualquiera.

- Charlie- pronuncia mi nombre y ya no puedo contenerme. La beso sin pensar y ella, para mi sorpresa, me devuelve el beso.

Nos separamos poco a poco y nos quedamos mirándonos. Me cuesta asimilar que la deseo, ella es mi amiga, trabaja para nosotros y tiene tres años más que yo.

Nos besamos durante el camino a su dormitorio, donde nos desvestimos uno al otro y dejamos que nos descubran nuestras manos.

Antes de darnos cuenta estamos en la cama, completamente desnudos, buscando un preservativo.

Abro los ojos al notar claridad en la habitación. Ya ha salido el sol y lo que pensaba que había sido un sueño consecuencia de haber bebido demasiado, se hace real en la forma de Madison tan desnuda como yo a mi lado.

Abre los ojos y nos miramos. Intento adivinar lo que está pensando. Yo todavía no entiendo lo que hemos hecho y no sé si es un error y esto puede complicar las cosas. Lo único que sé es que no me arrepiento.

- ¿Te arrepientes? – pregunto con miedo.

- ¿Tú te arrepientes?

- No, creo que no.

- Yo tampoco- respiro aliviado al escucharla.

- Esto puede complicar mucho las cosas- Madison se queda en silencio.

- Dejaremos esto fuera de tu casa, si te parece bien- dice al fin.

- Me parece bien, pero ahora no estamos en mi casa- tenerla desnuda tan cerca ha despertado mi deseo otra vez. Sonríe y me besa.

Creo que podría acostumbrarme a esos besos.


El quinto hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora