CAPÍTULO 29

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Llevo un mes con mis prácticas y me siento un poco frustrada. Apenas me han dejado mirar unos planos mientras los archivo y hacer fotocopias.

Es un estudio de arquitectura que se supone importante y yo soy solo la chica extranjera de prácticas. A pesar de que he demostrado que los entiendo perfectamente, la mayoría me hablan como si fuera tonta perdida.

Si en la empresa familiar tengo acceso a toda la documentación, aquí no me dejan más que documentos aislados. En un mes no he aprendido nada y siento que estoy perdiendo el tiempo.

Afortunadamente, Jason viene esta tarde y me da lo mismo lo que ocurra con mis prácticas, como dice Jason, solo necesito aprobarlas para terminar la carrera y volver a casa, así que me limito a hacer caso de todo lo que me dicen y ser la mejor haciendo fotocopias para aprobar.

Junto a mí, hay un chico también haciendo sus prácticas. Lo he visto en clase y es un inútil, pero sí que parece que confían en él para más tareas mientras yo parezco la secretaria.

Salgo del estudio apurada para buscar un taxi y llegar a tiempo a recoger a Jason. Sé que tiene mucho trabajo, pero los chicos han permitido que lo haga desde aquí para que pueda estar a mi lado.

El vuelo llega con retraso, con mucho retraso, tanto que decido comprarme algo de cenar y continúo esperando hasta las once de la noche cuando la megafonía anuncia el aterrizaje.

Veo salir a todos los pasajeros, pero Jason todavía no ha llegado.

Recibo un mensaje de Jason.

"Ya estoy aquí. Han perdido mi equipaje, estoy poniendo una reclamación"

Me siento de nuevo y sigo esperando hasta que lo veo aparecer solo con una mochila.

Parece agotado y enfadado, pero al verme sonríe contento y el nubarrón que parece que hay sobre él desaparece.

Nos abrazamos y nos besamos en nuestros ya típicos reencuentros de película en el aeropuerto.

- Han perdido mi maleta, solo tengo lo que llevo en la mochila.

- Mañana vamos de compras, no pasa nada - me mira con una sonrisa.

- No tengo pijama para esta noche - empiezo a reír divertida.

- Ni para esta ni para ninguna, nunca has utilizado pijama y te aseguro que no lo vas a necesitar- él también ríe y me abraza besándome de nuevo.

Sergio no ha llegado todavía. Últimamente lo llaman de varios locales para tocar y viene de madrugada casi todos los días. Me preocupa que enferme, apenas descansa, pero él nunca se queja.

Jason y yo decidimos ir directamente al dormitorio sin cenar. No es comida lo que necesitamos, sino tenernos el uno al otro.

Nos miramos a los ojos y nos acercamos hasta besarnos. No espero para meter mis manos por bajo de su camiseta y acariciarle. Hace tanto tiempo que no podemos tocarnos que necesito sentirlo con desesperación.

Le quito la camiseta y él aprovecha para besarme bajo la mía. En unos segundos, yo tampoco llevo camiseta y está desabrochando mi sujetador. Me besa los pechos y nos tumbamos en la cama.

Agradezco que sus bermudas no tengan botones, así puedo quitárselas sin mucho esfuerzo.

- Cómo me alegro de que seas una chica - dice con una sonrisa mirándome desnuda sobre la cama antes de tumbarse sobre mí.

Si en algún momento de mi vida odié ser una chica, ahora mismo, entre sus brazos, creo que tiene razón, me alegro de serlo.

La distancia hace que, cada vez que nos encontramos, nos deseemos con más fuerza si cabe. Es algo que nos descontrola y no nos deja pensar.

El quinto hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora