Capítulo 52: Frustración

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Narra Laura

-¿Vos me estás jodiendo? - le pregunte enojada a Guido - recién empezamos y ya haces esto.

-Para Lau - dijo calmado y con una cara de pánico terrible.

-¡NO ME DIGAS LAU! - creo que le quedó en claro, lo digo por su cara de asombro - Odio como me decís en estas situaciones Lau - me di vuelta y me cubrí la cara para tratar de tranquilizarme.

-Bueno no te digo Lau - ¿era boludo? lo estaba diciendo, se ganó mi mirada odio - perdón.

-Deja de pedirme perdón - bufé - más te convenga que no sea lo que parece porque te juro que no me ves nunca más en tu vida - mis manos se movían con nada expresión y la adrenalina interna creía a cada segundo.

-¡Perdón! - dijo en un intento de callarme - no para eso no - intentó acercarse pero lo saque, no quería que me toque - con Carolina no pasó nada.

-Comunícaselo a ella - solté irónica - hola mi amor - me burle - ¿cuándo nos vemos? - seguí, haciendo énfasis en la pregunta - ¿me queres ver la cara de pelotuda?

-No nada que ver - junto los hombros a la altura de sus ojeras - me olvide de ella totalmente, eso es todo.

-Que fácil que olvidas a las personas - dije irónicamente - sabía que iba a pasar - me agarre la cabeza - ¿cuándo mierda va a ser el día que entienda que no cambias más? ¿CUANDO? ¡EXPLÍCAME! - no me sacaba las mirada de encima.

-Yo cambie - dijo en un tono tranquilo - cambié por vos, por lo que pasamos - yo también creo eso, mala mía por caer - ya no soy el mismo, me tenes que creer.

-¡Siempre lo mismo con vos! - dije entre dientes - ¿no te casas de repetir una y otra vez las mismas acciones?

Me miro y se dio vuelta, empezó a caminar así la puerta - ¿adónde vas? - pregunte - no terminamos - céreo la puerta - ¡ÁNDATE A LA MIERDA!

Parecía una mina ciega, no literal, sino que de la que no quieren ver lo que realmente son los hombres o las personas en sí. No quería ser una cornudas consientes, que lo único que hacen es sufrir internamente porque para el exterior no muestran nada.

Me reventaba que sea así, sabía cómo era y cuando tomé la decisión de dejar a Francisco, me la estaba jugando por las consecuencias que traía ello. No había pasado ni una semana que ya estábamos en lo mismo, todo lo que me había dicho se fue a la muerda, los te amo se los paso por el orto y yo como una pelotuda cayendo en eso.

-Perdón no sabía que estabas - dijo Francisco entrando en la cocina - ¿problemas en el paraíso?

No había sido consiente que unas lágrimas habían salido, las limpié y respire hondo.

-Al fin te veo - dije tímida, no sabía cómo acercarme.

-Era imposible que me vieras - dijo sin mírame, estaba muy concentrado en servirse su café - digo por la luna de miel - fruncí el ceño - esa que tuviste con Guido.

-Sé que no tiene significado que te lo diga ahora, y voy a entender si te lo tomas a mal - dije con dificultad, si bien no era una persona orgullosa últimamente orgullo era mi segundo nombre.

-Ahora viene la parte emotiva en la que me pedía perdón ¿no? - rio irónico - no te gastes, no vale nada tu palabra.

-Solo quiero decirte... - volvió a interrumpirme.

-No quiero escucharte - soltó dolido - ya está, hace como que no existo y yo voy a hacer lo mismo. Fin del tema.

-Por lo menos dejarme explicarte - intente pero no hubo caso.

Siempre se vuelve al primer amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora