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—¿Entonces Aitana lo sabe? —cuestiona Roi sin poder ocultar sus nervios.

—Te recuerdo que Lucía nos pilló —responde Marta mientras continúa pasando la plancha por un mechón de su cabello.

—Ya, pero ella nos guardaba el secreto.

—Parece mentira que no conozcas a la niña —ríe poniendo los ojos en blanco—. No creo que a estas alturas haya alguien que aún no lo sepa.

—¿Luis también? —pregunta con los ojos como platos— ¡Si hace menos de una semana me vaciló con que iba a ligar en la discoteca!

—Seguro que ya lo sabía, pero en el hipotético caso de que no fuera así, Aitana ya se lo habrá dicho —confirma.

—¿Y lo habéis hablado? —se interesa, ya con la información más asimilada, deseoso de saber la opinión de la mejor amiga de su novia.

—Le tuve que contar lo del regalo de la niña porque necesitábamos saber el modelo de funda que le serviría para sus audífonos, y al final le conté que sería un regalo de parte de los dos —empieza a narrar— Y, si te soy sincera, no se esforzó demasiado en fingir una gran sorpresa —reconoce ruborizándose ligeramente—. No hemos hablado mucho más, porque me llamaron del despacho y tuve que colgarle, pero estoy segura de que estará feliz por nosotros.

Quizás suene ingenuo, pero Roi estaba convencido de que el pequeño terremoto que tienen por sobrina habría sabido guardarles el secreto. De hecho, cuando, durante la primera madrugada del año, su amigo le sacó el tema, creyó sonar convincente con sus evasivas.

En su cabeza, la reunión a la que están a punto de acudir, era el momento ideal para presentarse, por primera vez, como pareja. Y, al contrario de lo que pudiera parecer, saber que al menos tres de sus amigos ya son conocedores de su relación no aplaca sus nervios, sino que los aumenta exponencialmente.

—¿Tú lo estás? —pregunta Marta extrañada de que el incallable gallego haya enmudecido.

—Pues claro —responde sincero—. Pero necesito que pase ya el momento de entrar en casa de Miri y Pablo y estar con todos por primera vez. Bueno, por primera vez en plan pareja, ya me entiendes —se corrige casi atropellándose con sus palabras.

—Irá bien —murmura mirándose en el espejo, conteniendo una sonrisa apurada—. Espero —añade, rompiendo el silencio y haciendo reír al chico que, por fin, se acerca a ella para abrazarla por la espalda—. Yo también estoy nerviosa —le confiesa cerrando los ojos al sentir el contacto de las manos de Roi sobre su tripa.

—Amaia es la que más miedo me da, y eso que lo sabe hace un mes —confiesa el gallego—. ¿Aitana y Luis irán directos allí? —pregunta. Supone que su novia, al haber hablado con Aitana sabrá la respuesta, pues en su mente la mejor opción es no llegar los últimos a la quedada. De sólo imaginar el momento en que los ojos de todos sus amigos se posen al mismo tiempo en ellos siente que se desmaya.

El asentimiento de Marta es la única respuesta que necesita. A decir verdad, la catalana sabe también que la pareja ha planeado al detalle el que está siendo su primer día de Reyes como familia de tres. Aitana le contó, en su primera conversación del año, que Luis y ella todavía no habían comprado los regalos de la pequeña, pero que tenían claro que querían recibir a los Reyes Magos en su ático y que planeaban diseñar una pequeña gymkana para que Lucía fuera encontrando sus regalos por la casa.

Lo cierto es que, cuando llamó a su amiga para felicitarle el año, la del flequillo ni siquiera sabía cuáles serían los regalos definitivos de su pequeña. Por suerte, apenas 48 horas después, los paquetes, envueltos con un papel plagado de motivos navideños, ya estaban escondidos en el trastero de su edificio.

Inefable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora