Fue más de dos semanas después, cuando ya las clases iban avanzando a pasos agigantados y con ellas la tensa cuerda de la confianza entre ellos se iba estrechando, el insomnio volvió a acoger a Aitana entre sus brazos dejándola sentada en el suelo de la habitación turquesa en la que se había instalado mirando a su alrededor.
Si se ponía a hacer un repaso de su pasado a corto plazo parecía tener poco sentido mentalmente. Esas dos personas, cada cual a su manera, se colaron entre las filas de su vida de la manera más casual que pudo haber pasado y, sin pretenderlo, se hicieron un palco vip para lo que a su entender parece. No tenía, y sigue sin comprenderlo, ni idea como acabó compartiendo piso con el gallego al que le enseñó la casa y casualmente era el padre de una de las niñas del voluntariado, no sabe en qué momento la idea de una vida con Diego parece más difusa y lejana aún sin haber dejado de ser doloroso, ni entiende cómo ha acabado aprovechando sus ratos libres entre vídeos de lengua de signos o bocetos de algo que no puede dejar de imaginar flotando en las paredes de esa habitación. Eran, y continúan siendo, muchas las dudas de esa noche pero la sensación de tranquilidad que a pesar de todo le abrazaba hacía que siguiera sin necesitar respuesta para todas ellas.
"¿No duermes?" Preguntó él al verla en línea, quizás Aitana se habría atrevido a reprocharle de broma que se hubiera dado cuenta de ello de no ser porque el doble tic azul instantáneo hubiera delatado que estaba releyendo las conversaciones que habían tenido anteriormente.
"Creo que me lo has pegado o algo ¿Está bien Lucía?" Como respuesta recibió una foto de la pequeña durmiendo plácidamente ante la que, de nuevo, se sorprendió sonriendo como una boba al contemplarla "Parece que mi cuerpo está tan acostumbrado que ahora no le da la gana dejarme descansar"
"Algún día me explicarás cuándo duermes"
"La respuesta es nunca" Dijo acompañándolo de unos emojis de risas "¿Qué haces?"
"Hablar contigo" respondió ella con demasiada obviedad sin esperarse que la contestación iba a llevarla a recogerse el pelo en una coleta mal hecha y calzar las primeras zapatillas que encontró a su alcance.
"¿Y por qué no te vienes a hablar aqui? Me aburro solo"
"Me lo voy a pensar" Envió Aitana de forma difusa dejando a Luis sin saber qué contestar hasta que recibió un nuevo mensaje sólo con su nombre acompañado de unos puntos suspensivos y un emoji angelical "¿Me dejas que coja el jersey que tienes en el radiador? Es que hace frío..." tecleó dudosa ante el demandante "Dime" del gallego.
"Coge lo que quieras" Concedió sin esperar que un cuarto de hora después la catalana asomaría su flequillo tras la puerta de la habitación acompañado de esa dulce sonrisa que consigue erizar su nuca cada vez que se la dedica.
—Creía que te habías quedado dormida... —admitió justificando su sorpresa cuando se acercó a darle un breve abrazo.
—No mentía al decir que no podía hacerlo ¿Sigue durmiendo?
—Míralo tú misma —invitó él observando desde los pies de la cama cómo Aitana se ponía de cuclillas junto al colchón para contemplar la plácida respiración de la pequeña.— Oye, Aiti, no pretendía que te tomases en serio lo de venir...
—¿No? —preguntó arrugando la nariz divertida por robarle el sitio en el sillón junto a la cama teniendo él que conformarse con el sofá que hay pegado a la pared, sofá que no tardó en tener dos de sus sitios ocupados.
—Me empieza a saber mal que pases tanto tiempo aquí, no quiero abusar.
—Lo cierto es que si he venido ha sido por continuar con mis clases —bromeó ella ante las cejas alzadas de Luis— No vayas a pensar que ¿puta? verte.
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Inefable.
FanfictionAitana se haya en una lucha interna entre algodones para ser alguien siendolo ya todo. Ansía menos de lo que tiene pero pudiendo lograrlo por sus propias manos. Lo mires por donde lo mires la vida de Luis no se torna nada fácil. Su historia es, prec...