Ni todas las tilas que le hayan obligado a tomar, llevar dos días llorando sin parar o haberse pasado más horas bajo el edredón de la cama de invitados de Miriam y Pablo que enfrentándose a la situación son suficientes para evitar romperse en mil pedazos frente al mono negro que la gallega le ha dejado coger de su armario.
Durante el último mes se esmeró por convencerse de que, habiendo tenido ese tiempo para disfrutar de él, sabiendo el desenlace y pudiendo decirle todo aquello que quisiera para que nada se le quedase en el tintero, sería más fácil de sobrellevar el momento final. Pero se equivocó estrepitosamente. Tardó más de veinte minutos en reaccionar desde que las constantes vitales del chico dejasen de funcionar y, cuando por fin lo hizo, no tenía control alguno sobre ella misma.
Habían pasado un par de horas desde que volvió de esa tensa conversación con Luis y, durante ese tiempo, se esmeró por convivir con los padres y la hermana del chico haciendo como si realmente no estuvieran reunidos en el mismo espacio por el verdadero motivo que allí les reunía. Tal y como tenía previamente hablado con su madre, Diego hizo un leve movimiento con la cabeza y, en apenas segundos, la mujer se encargó de dejarles a solas en la habitación.
—¿Por qué no te acercas? No muerdo —bromeó incorporándose en la cama mientras apretaba uno de los botones del mando de esta para que el respaldo acompañase a su espalda. Aitana se sentó en el hueco que él dejó a su lado y reposó la sien sobre el hombro de Diego— Déjame que te mire un momento —pidió él en voz baja, la del flequillo concedió la petición levantando los ojos unos centímetros— ¿Por qué has llorado?
—Déjalo, es una tonteria.
—No lo es, nada que a ti te haga llorar puede serlo.
—No quiero hablar de eso, de verdad, no tiene importancia —aseguró bajando los párpados y volviendo a reposar la cabeza sobre el hombro del chico.
Diego acabó por ceder y permanecer en silencio un par de minutos más concentrado, únicamente, en marcar con la yema de su dedo vértebra a vértebra la espalda de la catalana.
—¿Te acuerdas de aquel hotel? —preguntó rompiendo el silencio— El de Italia.
—Cómo para olvidarse —rió ella sin fuerza pero con ganas acurrucándose junto a él unos milímetros más—, me sigue doliendo la clavada por una cama de noventa y un baño sin espejo.
—¿Qué más podíamos esperar de un hotel de cinco estrellas?
Aquel era uno de los más recurrentes recuerdos entre ellos. Nada mejor que un desastroso primer viaje para construir una inmensa estantería repleta de anécdotas de las que reírse al rememorarlo.
—¿Pues sabes qué? Que a pesar de todo, y aunque nos robaron justo antes de volver, sigo recordándolo como el mejor viaje de mi vida —Aitana alzó de nuevo la cabeza para observarle y de sus labios se escapó un involuntario mohín al encontrarse con los aguados ojos del chico— Has sido lo mejor que me ha pasado en la vida, Aiti, aunque al final la haya cagado tanto. No sabes cuánto me arrepiento de haberte hecho daño pero, aun con ello, me quedo con la sensación de que lo nuestro ha sido como aquel viaje a Italia.
—No quiero volver a casa —murmuró emulando las palabras que ella misma dijo agarrada de la mano de su entonces novio antes de que el avión despegara de regreso a España.
—Ojalá no tuviéramos que hacerlo.
A Diego le estaba costando esa conversación más de lo que ya de por sí creía que pudiera hacerlo y que Aitana se pusiera a llorar después de su última frase no estaba ayudando lo más mínimo. En algún momento de su vida valoró la intimidad que le proporcionaba poder secar las lágrimas de la chica por el motivo que fueran derramadas, era capaz de sacar el lado positivo al asunto y esmerarse en llenar cada centímetro de su rostro a besos hasta sacarle una sonrisa, pero en esa ocasión nada ni nadie sería capaz de dibujar una subida de las comisuras en su cara.

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Inefable.
FanficAitana se haya en una lucha interna entre algodones para ser alguien siendolo ya todo. Ansía menos de lo que tiene pero pudiendo lograrlo por sus propias manos. Lo mires por donde lo mires la vida de Luis no se torna nada fácil. Su historia es, prec...