—Te está sonando el móvil —se queja la catalana escondiendo la cabeza bajo el edredón después de comprobar que Lucía sigue plácidamente dormida a su lado.
—Es el tuyo —le replica él con una sonrisa adormilada, sin abrir del todo los ojos, buscando a tientas la mano de su novia—. Yo lo puse en silencio anoche —asegura conformándose con entrelazar sus dedos con los ella puesto que, con la pequeña en medio, no la puede abrazar.
—Bueno —suspira mientras se acurruca, apoyando suavemente la barbilla sobre el hombro de Lucía, para acortar el espacio entre ellos—. Pues que suene, tengo sueño —afirma con un suave hilo de voz.
—Anda, contesta, que igual es importante —la anima soltando por un momento sus manos para pasarle el teléfono que reposaba en la mesilla de noche.
—Es Cami —le informa mostrándole la pantalla. Se incorpora un poco, para que las vibraciones de su voz no despierten a la pequeña, y responde a la llamada con un alegre saludo.
—¿Tú crees que me dejarán pasar la aduana si lleno la maleta de jamón y queso manchego? —pregunta la cubana, en un tono que deja claro que está comiendo mientras habla— Voy a engordar como diez kilos, pero me da igual, está todo buenísimo.
—Pues no sé a partir de qué cantidad de comida lo pueden considerar tráfico, Cami —ríe ella imaginando la cara de desaprobación de su amiga—. Pero estoy segura de que un poquito sí te dejarán llevarte.
—Me parece injustísimo —refunfuña ella—. Voy a tener que venir más a menudo. Entre el bomboncito que tengo por sobrina y estos manjares... Quizá sea buena idea comprarme una casa aquí...
—Definitivamente, estás loca —sentencia divertida Aitana.
—Menuda novedad —responde despreocupada Camila—. Bueno, ¿qué tal anoche? Me dio mucha ternura que Lucía se durmiera en brazos de Luis, estaba agotada, pobrecita.
—No te haces una idea —afirma risueña acariciando el pelo de la pequeña—. Se medio despertó mientras que la poníamos en la sillita del coche y entre balbuceos nos explicó que, como había muchos titos a los que ver, además de al avi, no se había podido dormir, pero que tenía mucho sueñito. Nos recordó que le habíamos prometido que dormiría con nosotros esta noche y duró despierta ¿cuánto?¿dos minutos más? Mucho me parece —le relata consiguiendo que la cubana se enternezca aún más.
—Es tan bonita... Cuando estéis listos me llamas y quedamos, tienes que llevarme a comer cosas ricas por Barcelona —casi exige la chica, al tiempo que, en inglés, pide a su novio que le acerque otro de los platos de comida—. Por cierto, tengo que agradecerle a tu padre que haya escogido este hotel, tienen unos desayunos continentales en la habitación que quitan el sentido.
—A mi padre no sé si hoy le verás el pelo porque se lleva a mis suegros a hacer turismo y a no sé qué restaurante famoso que, según me dijo anoche, es un delito que no conozca —le explica ignorando los reproches de Luis por no saber de la existencia del Celler de Can Roca—. Sí, nosotros os avisamos, pero te advierto que tardaremos porque aún tenemos que despertar a la bella durmiente y arreglarnos ¡No te empaches!
—¡Sin prisa! —vocifera, de nuevo con la boca llena, antes de colgar.
Aitana ríe a la pantalla antes de bloquear su teléfono y, con media sonrisa, regresar al cálido refugio en el que padre e hija la aguardan. Se permite dedicar unos segundos a contemplar el plácido rostro de la pequeña y, justo cuando ella se aventura a acariciar suavemente la mejilla de Lucía con el dorso de dos de sus dedos, Luis realiza el mismo gesto en su cara.
—Nos tenemos que levantar, ¿no? —lamenta el gallego dibujando un mohín en su rostro.
—Sí, y tenemos que despertar a este bombón de aquí —informa besando la mejilla de Lucía con efusividad.
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Inefable.
ФанфикAitana se haya en una lucha interna entre algodones para ser alguien siendolo ya todo. Ansía menos de lo que tiene pero pudiendo lograrlo por sus propias manos. Lo mires por donde lo mires la vida de Luis no se torna nada fácil. Su historia es, prec...