La puerta del despacho se abre de golpe, el corazón de ambos se paraliza por unos instantes y Nuria se apresura a apartarse de sus brazos huyendo hacia la salida sin mirar el ceño fruncido en el rostro de su jefa. Diego intenta recomponerse y la chica le lanza una última mirada desde el umbral esperando que sepa cuanto lo siente antes de desaparecer por el pasillo.
— ¿Se puede saber que estabais haciendo? —pregunta Sheila acusatoriamente.
—Nada.
—No tienes cara de nada y ya te voy conociendo un poco, chaval —afirma golpeándole el pecho con el dedo índice. Él se separa lo suficiente para quedar mirando hacia la ventana, la sala se sume en un profundo silencio hasta que la jefa de enfermería vuelve a hablar. Con la voz entrecortada en esta ocasión— ¿Désde cuándo?
—Meses.
— ¿Y Aitana lo sabe? —pregunta tirando los papeles que lleva en la mano sobre la mesa. No puede creer que la respuesta a eso sea afirmativa, la vio solo hace un par de días y no parecía ser consciente de algo así— Diego, te he hecho una pregunta.
El chico enreda los dedos entre los mechones su pelo visiblemente desesperado. Es consciente de que el tema se le ha ido de las manos y, en el fondo, ni siquiera sabe cómo manejarlo. Debió ser sincero con ella desde el primer momento, la omisión de la verdad tiene una mentira implícita por mucho que se lo haya querido negar todo este tiempo.
Pero ahora es demasiado tarde para cambiarlo.
—Nunca te he pedido nada, Sheila —recuerda acercándose a ella con cautela, la mujer niega rotundamente—. Por favor, no me hagas esto.
—No puedes ocultarle esto a tu novia, no me puedes pedir que me quede callada.
— ¿Puedo decidir sobre cómo llevar mi puta vida, por favor? ¡Joder, es mi decisión! —exclama frustrado intentando que no se le agüe la mirada.
—Diego... —Se deja caer en la silla del chico y le observa aun incrédula.
—Prométeme que esto no va a salir de aquí.
A la mujer de mediana edad no le da tiempo más que a ceder con un leve asentimiento antes de que las alarmas de todo el pasillo estallen, hay un paciente al que atender con urgencia y el color del buscador de ambos indica que es algo grave. Mientras tanto, ajena al ajetreo, Aitana muerde un trozo de manzana algo nerviosa sin motivo aparente más que la incipiente necesidad de su amigo por molestarla.
—Pero no apagues la radio, mujer —dice su padre divertido.
—Lo que me faltaba. A falta de un pesado, dos.
—Te recuerdo que también soy tu jefe, un poquito más de respeto que no estamos solos.
—No es por ser descortés, Cosme —afirma Santi en la misma línea humorística—. Pero ya es un poco tarde para que finjáis algo que no es delante de mí. De todas formas, te agradezco el cariño que le tienes a la canción.
—Ana es un tema precioso y no lo digo solo por lo obvio. Y sabes de sobra que, por mucho que diga, a ella también le encanta.
— ¿Podemos centrarnos de una vez, por favor? Tengo prisa.
— ¿Cómo va lo del voluntariado? —pregunta su padre aprovechando la pregunta, ella se encoge de hombros y sonríe.
—Bien, de momento solo he ido pasando a conocer a los niños pero hoy tengo la primera actividad conjunta con un grupo reducido.
— ¿Estás en el Sant Joan, Aiti? —se interesa el argentino, Aitana afirma y le explica cómo fue que acabó volviendo a donde el año anterior estuvo tan a gusto— Pues mira, ya que estamos hablando de eso, acabo de recordar que la discográfica me pidió una causa concreta a la que enfocar el festival ¿se te ocurre algo?
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Inefable.
FanfictionAitana se haya en una lucha interna entre algodones para ser alguien siendolo ya todo. Ansía menos de lo que tiene pero pudiendo lograrlo por sus propias manos. Lo mires por donde lo mires la vida de Luis no se torna nada fácil. Su historia es, prec...