Luís sabe de sobra que no le va a hacer ninguna gracia no verla junto a él. Ya aseguró no gustarle demasiado la noticia cuando, la semana pasada, se sentaron con ella a explicarle que a la catalana se le habían acabado las vacaciones y tenía que regresar al trabajo.
En esos cinco días laborables, seis contando el presente, Aitana ha tomado muchas decisiones al respecto de esa parcela de su vida. Lo comentó con su padre el primer día y Cosme, muy consciente de la situación, no tuvo problema en aceptar la propuesta poniendo como condición una modificación del horario en lugar de una simple reducción de horas. A pesar de lo que eso significaba, pues tendría que sacrificar algo a lo que se había empezado a acostumbrar, en el fondo, le reconfortó que la exigencia viniera directamente de su propio padre. De cierta forma le indicaba que ya no era simplemente la niña a la que habían metido en la empresa por ser quien era, sino que formaba parte de algo importante y su presencia era necesaria, cada minuto de su presencia.
Se despierta mucho más pronto de la hora en la que la peque tiene que ir al cole, se arregla con apremio y aprovecha hasta el último minuto para cubrirla de mimitos que suplan su ausencia llevándola al cole. A cambio, con esas horas de más que se gana por las mañanas, puede salir a tiempo de recogerla junto a Luís en la puerta del centro y pasar con ellos la tarde. No tiene de qué quejarse, ya quisiera ella que todas las personas con una familia, de la forma que sea esta, pudieran tener tantas facilidades.
Y, lo cierto es, que a pesar del primer descontento, Lucía ha aprendido a adaptarse a la situación. Lo que Luís no sabe es cómo se va a tomar no verla junto a él en la puerta de la clase cuando salga. Pero, como sea, cree que la sorpresa merecerá la pena.
—¡Papi! —exclama Lucía lanzándose a los brazos abiertos de su padre— ¿Y Aiti? —cuestiona frunciendo el ceño mientras la busca por encima del hombro de Luis.
—Está trabajando, mi amor, no ha podido venir —explica apartando el pelo de la cara a su hija— ¿Te lo has pasado bien en el cole hoy?
—Sí, hemos jugado un montón —anuncia con los ojos muy abiertos—, y Noe nos ha contado un cuento súper chulo y hemos bailado todos juntos, ahora ya bailo un poquito mejor —informa indicando, con su pulgar y su índice muy juntos, la mejoría que ella estima que ha tenido.
—¿Me enseñarás todo eso que has aprendido cuando lleguemos a casa?
—Claro, pero esperamos a que llegue Aiti, ¿vale? —propone la pequeña.
—Venga, vale, seguro que a Aiti le encanta ver cómo has aprendido a bailar —concede el gallego entre risas dándole un gran beso mientras se dirige, con ella en brazos, al coche.
En otro de los colegios de la zona, Aitana espera en la puerta de otra clase. El pequeño Hugo busca con la mirada, como cada día, a su abuelo entre las familias que esperan a la salida del aula. La catalana se acerca a él, le saluda con cariño y le explica, de cuclillas frente a él, que el abuelo ha tenido que ir con la abuela al médico y por eso va a pasar la tarde con ellos en casa. La profesora del niño, que ha sido debidamente informada del cambio de planes, se despide de él con un gran abrazo y una sonrisa sincera.
A media mañana, Aitana ha recibido una llamada inesperada. Al parecer, la abuela de Hugo ha comenzado a sentirse mal, y han tenido que ingresarla en el hospital para realizarle algunas pruebas. Su abuelo, viendo que los resultados se iban a demorar varias horas y que no iba a llegar a tiempo a recoger al pequeño, ha pensado en los Cepeda para pedirles el favor. La catalana, por supuesto, ha aceptado encantada, y, avisando a Luis previamente, ha cambiado sus planes para encargarse de ir al cole de Hugo a recogerle.
Hasta que sepan algo de los abuelos, Hugo va a pasar la tarde en su casa, algo que Lucía no espera, y que Luis y Aitana confían en que consiga esfumar el pequeño enfado que arrastra desde que su amigo no fue a jugar a los columpios de su cole como le había prometido.

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Inefable.
FanficAitana se haya en una lucha interna entre algodones para ser alguien siendolo ya todo. Ansía menos de lo que tiene pero pudiendo lograrlo por sus propias manos. Lo mires por donde lo mires la vida de Luis no se torna nada fácil. Su historia es, prec...