Inefable.

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Se ve obligado a guardar el teléfono, tras una sonrisa fugaz a la pantalla bloqueada ante la última respuesta, cuando la directora sale extrañada de que la afluencia de solicitantes haya cesado. Suspira y achina los ojos, en una mueca simpática, dispuesto a dar la mejor impresión que sea capaz ante los futuros educadores de su hija.

—Pasad —invita la mujer de mediana edad esbozando una sonrisa enternecida al ver cómo la pequeña se esconde tras la pierna de su padre— Mi nombre es Noemí —se presenta tras cerrar la puerta acompañando con signos a su voz, cosa que pocas veces Luis y Lucía han visto fuera de su entorno más conocido— y mi signo es este... —interpreta dando dos golpecitos con el dedo índice y corazón contra un lado de su sien.

—Luis Cepeda, encantado —Le devuelve el esbozo del rostro acariciando la nuca de su hija para transmitirle confianza.

—¿Y cómo te llamas tú?

—Lucía —signa alzando las comisuras de sus labios cuando la mujer asegura lo bonito que le parece. Luis toma asiento en su lado de la mesa y coge a la pequeña en brazos.

—¿Habéis estado viendo el centro, verdad? —pregunta la mayor también dejándose caer en su sillón. El gallego asiente poniendo los papeles sobre la mesa— Pues entonces ya os lo habrán explicado. Todas las asignaturas serán íntegras en ambos lenguajes y, de necesitar un intérprete para actividades extraescolares, tendrías que solicitarlo con un poco de tiempo para que nos organicemos pero en principio no debería haber problema. Por lo demás no nos diferenciamos en nada de cualquier otra escuela.

—Yo quería hacerle una consulta, porque hice la preinscripción hace un tiempo y cabe la posibilidad de que nuestra situación varíe un poco...

—No me hables de usted, por favor —pide Noemí con una sonrisa cordial—. Dime.

—Es algo que aún no le he explicado a Lucía porque no lo tenemos seguro —explica acariciando el pelo de la pequeña aprovechando que esta no le puede leer los labios—, ayer mismo le hicieron las pruebas para comprobar la compatibilidad con el implante coclear... En la solicitud puse que requeriría completamente a un intérprete pero, quizás... Es que no lo sabemos, aún no puedo decirte nada claro sobre el tema.

—Sea como sea Lucía tiene cabida en el centro. Nuestro objetivo principal es integrar la lengua de signos entre los alumnos, sean oyentes o no, mientras tengas la intención de que mantenga el idioma... No hay problema —asegura calmando el único atisbo de duda que había en el gallego— Pero está bien que me lo hayas comentado, me gustaría que me fueras poniendo al corriente de la situación porque de ser viable Lucía necesitará apoyo para comenzar con el lenguaje hablado y tenemos que tenerlo en cuenta a la hora de organizar el horario.

Lucía y Luis salen del futuro cole de la pequeña con una sonrisa dibujada en sus caras. Luis ha despejado sus dudas, y, además, siente que, por fin, Lucía va a tener un entorno que la acoja como merece sin hacerla sentir diferente. Y es que la pequeña, desde que han salido del despacho de su profesora, no ha dejado de observar emocionada todo lo que la rodeaba, asegurando a su padre que este es el cole más chulísimo del mundo mundial y que tiene muchas ganas de que empiece el curso.

"El cole más chulísimo del mundo mundial, no te digo más" Aitana lee el mensaje de Luis y respira aliviada. Parece que la pequeña se ha enamorado del centro en el que recibirá clases, y eso es algo que sabe que a Luis, y a ella, para qué mentir, les tenía preocupados. "Dice que tiene que contarte muchas cosas. Y yo digo que te echo de menos"

"Menos mal... ¡Veremos si recuerda eso en septiembre!" Responde en referencia al primer mensaje y, mientras lo escribe, se queda embobada con la última frase que el gallego se ha aventurado a decir "¿Y qué van a hacer sus majestades ahora, si puede saberse?"