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-Están en un atasco -informa Aitana acercándose a la enfermera y dejando claro, por su prolongado suspiro, que el agobio va en aumento-. No me va a dar tiempo.

-Son casi y veinte -observa Sheila mirando el reloj de su muñeca-. A las seis tenemos ronda de control, vamos a ir muy justos... No me gustaría que nos tuviéramos que ir antes de acabar.

-Espero que lleguen pronto -desea sincera la catalana-. Voy a llamar a Luis, a ver cómo nos apañamos con la peque.

Se aleja caminando hacia el lateral del amplio jardín donde todos los compañeros de Diego se han reunido para rendirle homenaje en el primer aniversario de su muerte. Finalmente, la idea que propuso a la jefa de enfermeras y a la hermana del chico va a materializarse con la plantación de un árbol en su memoria y la colocación de una placa que recordará su encomiable labor como cirujano pediátrico. Pero el retraso en el comienzo del acto, debido a la ausencia de su familia, ha trastocado por completo su minucioso planning familiar.

-Hola, bonita, ¿cómo ha ido? -saluda el gallego al otro lado del teléfono.

-Pues ni siquiera hemos empezado -lamenta retocándose el flequillo para paliar el pinchazo que le proporciona ese nudo en el pecho-. Candela, Julia y Ángel han pillado atasco y aún no han llegado...

-Pero... -divaga poniéndose en pie, dejando a Lucía continuar con sus juegos en la alfombra de su habitación- Entonces no vas a llegar a tiempo -señala notando cómo su cerebro empieza a trabajar a toda velocidad para encontrar una solución.

-Estaba convencida de que iba a poder, joder, lo tenía todo milimétricamente calculado para que me cuadrara -se excusa sintiendo cómo sus nervios aumentan cuando, al volver a echar un vistazo al equipo sanitario que está reunido en el jardín, comprueba que la familia de Diego sigue sin llegar-. Pero no contaba con que hubiera un retraso tan grande.

-Vale, bueno, a ver -responde sin demasiada concreción-, tu padre estaba visitando a tus tíos en la Vall d'Aran, ¿verdad?

-Sí, no volverá hasta la noche -lamenta empezando a desesperarse-. Luis, no sé qué hacer, no puedo.... No puedo irme -asegura con apuro.

-Tranquila, voy a... Voy a llamar a Miri, y a Roi y... No te preocupes, seguro que alguno de ellos puede quedarse un ratito con la peque, estate tranquila, yo me encargo -concede entendiendo que ese acto es tremendamente importante para Aitana y ese proceso de duelo en el que, de alguna manera, sigue inmersa.

-Lo siento -murmura sintiéndose culpable, a pesar de las palabras de su novio, por haberse comprometido a algo que no va a poder cumplir. Él vuelve a insistir en que no hay problema y, tras una escueta despedida, se apresura a colgar para buscar una solución.

Tras un par de llamadas infructuosas a la gallega, Luis opta por marcar el número de su mejor amigo.

-¡Roi! -exclama al oír su voz- Tío, necesito un favor, un súper favor -explica mientras supervisa cómo Lucía se calza sus zapatillas y prepara una pequeña mochila con algunos juegos-. ¿Puedes quedarte una horita con la peque? Si puedes te la llevo a casa ahora mismo, Aitana pasaría a recogerla en una hora o así.

-Tío, sabes que me encanta pasar tiempo con mi sobri y que me encantaría ayudarte pero... Estamos en Ikea, y creo que tenemos al menos para una hora aquí. Y aunque saliéramos ahora mismo... Hay mínimo como media hora de camino hasta tu casa -se excusa el gallego antes de explicarle, por lo bajini, a su novia qué es lo que sucede.

-No, tranquilo, voy a ver si... Bueno no sé, pero no os preocupéis ¿luego hablamos, vale? Voy de culo, suerte en Ikea -desea sin darle tiempo a responder antes de cortar la llamada.

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⏰ Última actualización: Jan 01, 2022 ⏰

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